viernes, 16 de septiembre de 2011

MANIFIESTO PARA LAS ELECCIONES POLITICAS-1921-0421

MANIFIESTO PARA LAS ELECCIONES POLITICAS

¡Proletarios!

El Partido Comunista de Italia entra en la lucha electoral para reafirmar, en las grandes masas del pueblo trabajador, las consignas de la Internacional Comunista y de la revolución mundial que la Historia ha hecho actuales y poderosas.
Un gran trabajo hay para realizar por la vanguardia proletaria, por los militantes más fieles y más dedicados de la clase obrera para reorganizar las filas de los revolucionarios, devolver la fe y la voluntad, restablecer las fuerzas necesarias a la defensa y al ataque.
El Partido comunista, inspirándose en las enseñanzas históricas de las revoluciones proletarias modernas y del cuerpo de doctrina elaborado por el IIº Congreso de la Internacional Comunista, está persuadido de que necesario y útil servirse del período electoral para realizar estos fines. Hace un llamamiento a los mejores elementos del proletariado y de la clase campesina a fin de que movilicen bajo su bandera a todos aquellos que, en el caos y en la agonía del momento presente, han guardado la firmeza de carácter y la resolución de luchar sin descanso por el ideal de los oprimidos y de los explotados; que de la terrible descomposición de los ejércitos revolucionarios en Italia surjan los nuevos ejércitos de la reactivación; y que el Caporetto del maximalismo demagógico y miedoso sea seguido de un Vittorio Veneto de los proletarios.
Este gran trabajo debe ser y será realizado con valor, espíritu de sacrificio y de disciplina, sin que nos dejemos llevar por los éxitos inmediatos, ni abatir por las dificultades a afrontar. Será realizado con la serenidad y la perseverancia que deben ser lo propio del revolucionario comunista que aprecia el momento histórico a remontar, reconociendo la necesidad de la obra específica a emprender, forjando y consolidando un nuevo anillo de la cadena histórica que lleva a la emancipación de su clase y a la liberación de la humanidad.
¡CAMARADAS OBREROS!
Estas elecciones deben mostrar con exactitud hasta qué grado de conciencia política y de claridad en las ideas han llegado las grandes masas populares de Italia. Las elecciones de 1919 fueron el proceso de la clase dirigente, del personal político burgués, que en 1915 tenía en sus manos el destino del pueblo para despreciarlo, que pedía todos los sacrificios prometiendo bienestar y libertad y que mantuvo su promesa acumulando desastres, vergüenzas, miserias y tiranía. Las elecciones de 1921 deben ser el proceso del Partido Socialista, del personal político que las clases populares eligieron en el Partido socialista, después de las desilusiones de la guerra, para hacerse representar en el Parlamento, para administrar los sindicatos, las cooperativas y los municipios.
A las promesas hechas durante la guerra por la burguesía corresponden las promesas hechas por el Partido socialista después del armisticio. A un fracaso corresponde otro fracaso. Las grandes masas populares habían confiado su suerte al nuevo personal dirigente; habían constituido un ejército inmenso para la lucha suprema; se mostraban listas a afrontar todos los peligros y todos los sufrimientos con tal de que se saliese del infierno capitalista y se comenzase, bajo la protección de un poderoso Estado proletario, a elaborar y a construir una nueva civilización sobre las bases del comunismo. Las incertidumbres, las vacilaciones y el miedo del Partido socialista han conducido al hundimiento de este ejército proletario. El Partido socialista ha aparecido con toda claridad, sobre todo después de la salida de sus filas de la minoría comunista, como un simple partido pequeñoburgués desprovisto de todo espíritu internacionalista, sin fe en la energía revolucionaria del proletariado, lleno de admiración por la democracia burguesa y por los recursos técnicos y políticos del Capital y de sus lacayos; se ha revelado incapaz de organizar a las masas no solamente para las victorias supremas de la revolución, sino incluso para defender y preservar sus conquistas y sus organizaciones de clase.
Todo obrero consciente del proceso histórico de las revoluciones proletarias debe persuadirse en lo sucesivo que su clase no podrá ir adelante en Italia más que pasando sobre el cadáver del Partido socialista; debe estar persuadido de que será imposible vencer a la burguesía si no se desembaraza primero el terreno de este cadáver en putrefacción que debilita y con frecuencia aniquila las energías proletarias, retrasando el despertar y la organización de las grandes masas populares. Sin vacilación, sin amargura de orden sentimental, seguro de realizar así una parte no despreciable de su misión histórica, el Partido comunista dirige su propaganda durante este período electoral, abriendo el fuego en dos frentes:
- contra el imperialismo capitalista incapaz de satisfacer las exigencias vitales de las masas proletarias más que con el plomo y la cachiporra de los guardias blancos.
- contra el Partido socialista que ha renegado de la Internacional Comunista antes que obligarse al duro deber de preparar la revolución, que no habiendo querido preparar sistemáticamente la clase obrera a la revolución, se encuentra hoy incapaz de contener todo asalto de la reacción y debe asistir, paralizado por el estupor y el pánico, al incendio y a la destrucción de los edificios proletarios y a la masacre sistemática de los militantes revolucionarios.
¡PROLETARIOS COMUNISTAS!
La propaganda luminosa de los valerosos teóricos del comunismo internacional había preparado ya vuestros espíritus a los acontecimientos que vemos desarrollarse también en nuestro país. Por eso no estáis intimidados y jamás habéis pensado en remendar ni en corregir vuestra línea y vuestro programa. Estos acontecimientos mismos prueban bien cómo permanecen, se generalizan y se profundizan las premisas económicas y sociales para el advenimiento del Estado obrero. Si el Estado parlamentario no puede ya garantizar a ningún ciudadano las libertades fundamentales; si la arbitrariedad y la violencia vencen; si todo individuo puede substituir impunemente a la autoridad legal para detener, juzgar y condenar; si las poblaciones son torturadas y aterrorizadas; si la pena de muerte es restablecida de hecho en contra de los militantes obreros; todo esto significa que el control de las fuerzas productivas escapa completamente a los antiguos grupos dirigentes, que el orden establecido de las jerarquías sociales se rompe sin remedio y que el día no está lejano en que las capas populares más profundas se levantarán en un movimiento irresistible contra un régimen que no subsiste más que como excrescencia infecta de esta sociedad.
En adelante es evidente que el capitalismo no puede ya reorganizarse ni restablecerse sobre sus bases esenciales más que sembrando la muerte y la barbarie entre las grandes masas populares. Es igualmente evidente que el desarrollo ulterior de la organización proletaria se ha hecho imposible en los marcos sindicales, cooperativos y municipales. Las ligas campesinas, diseminadas a través de un vasto territorio, no pueden resistir al asalto sistemático de las bandas armadas.
Los grandes sindicatos de obreros industriales caen en migajas, pues el lock-out y el paro desarticulan las antiguas formaciones, mientras que los despidos alejan de las fábricas y de las ciudades a los mejores elementos del proletariado y privan a las organizaciones de sus agentes y de sus lazos vivos con la masa. Los municipios dan la prueba flagrante de una de las tesis de la Internacional Comunista: cuando la lucha de clase alcanza su fase más aguda, todo duelo oratorio entre oprimidos y opresores se hace inútil y ridículo en las asambleas elegidas, e igualmente inevitable es la dominación de una sola clase: la burguesía o el proletariado.
En Italia, la burguesía expulsa por las armas a los representantes de los obreros en los municipios, obliga a las administraciones socialistas a dimitir y afirma su voluntad de monopolizar por la violencia los poderes locales. La burguesía misma enseña, pues, a las masas la vía a seguir para mantener su nivel de organización y para crear las condiciones de un desarrollo ulterior hasta la emancipación total: conquista de todos los poderes del Estado, dictadura de clase, uso de la fuerza armada del proletariado para aplastar el terrorismo burgués e imponer a la burguesía, presa de la descomposición y del desorden, el respeto de las leyes y la ley del trabajo productivo.
¡CAMARADAS OBREROS!
Existen todas las premisas económicas y sociales para la revolución proletaria y para la fundación del Estado obrero. Pero aún faltan las premisas espirituales: una neta orientación política de las grandes masas, una línea concreta para la acción, el reconocimiento por las grandes masas de un organismo político central que sepa lanzar consignas que resuenen en la conciencia universal del proletariado como imperativos ineluctables de la historia. Debéis trabajar activamente, camaradas, en este período en que se agitan las ideas y los programas, para hacer que se conozca al Partido comunista, para que viva y actúe en la conciencia de los proletarios, para destruir las leyendas y las calumnias que una prensa vendida difunde hábilmente a cuenta suya; debéis trabajar para que el Partido comunista se convierta en la potencia más grande de Italia, como la Internacional Comunista se ha convertido en la potencia más grande del mundo. Camaradas, con orgullo y fortaleza de ánimo debéis defender a vuestro partido y su programa; debéis transmitir a las masas vuestra confianza y vuestra convicción de que solamente la realización de este programa podrá salvar al pueblo trabajador de la barbarie y de la degeneración física y moral. ¡Sí! Es únicamente en el proletariado donde hay que buscar hoy el principio de orden susceptible de reorganizar las fuerzas productivas que el imperialismo capitalista ha dispersado y despilfarrado; es únicamente en la organización de los Soviets, propia de la civilización proletaria, donde puede ser ahogada la guerra atroz que desgarra a la sociedad; es únicamente en la Internacional Comunista, convertida en gobierno mundial de las fuerzas productivas y de las masas trabajadoras de todos los países, donde la humanidad puede reemprender su marcha unitaria hacia formas cada vez más altas de vida y de cultura. Camaradas, la fe inquebrantable que tenéis en el destino de vuestra clase y en la energía de la vanguardia proletaria para realizarlo, la difundiréis entre las masas desmoralizadas y desorientadas; vosotros reconstruiréis los ejércitos italianos de la revolución mundial y de la Internacional Comunista. Es a un trabajo revolucionario al que os llama el Partido comunista, un trabajo que debe ser realizado y que vosotros realizareis movilizando todas vuestras energías, concentrando toda la pasión y toda la voluntad de que son capaces los soldados fieles y dedicados a una gran causa.
¡OBREROS ITALIANOS!
La Internacional Comunista a la que llama vuestro entusiasmo, es el movimiento de vuestra reactivación y de vuestra emancipación. El Partido comunista debe convertirse por obra vuestra en el único partido político de la clase obrera italiana.
¡Viva el proletariado italiano definitivamente liberado de los oportunistas y de los renegados!
¡Viva la Internacional Comunista!
¡Viva la Revolución mundial!
EL COMITÉ CENTRAL
“IL Comunista”, 21 de abril 1921

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