Respuesta de Trotski
Estimado camarada Bordiga,
La exposición de hechos que me presenta se basa sin duda alguna en una serie de malentendidos evidentes que pueden ser aclarados sin dificultad con los documentos en mano.
1) durante el otoño del 23, critiqué ásperamente al CC dirigido por el camarada Brandler. En varias ocasiones tuve que expresar oficialmente mi preocupación de que el CC no pudiera conducir al proletariado alemán a la conquista del poder. Esta afirmación está registrada en un documento oficial del partido. A menudo he tenido ocasión –hablando con Brandler o hablando de él– de decir que éste no había entendido el carácter especifico de la situación revolucionaria, que confundía revolución con insurrección armada, que esperaba de forma fatalista el desarrollo de los acontecimientos en lugar de ir hacia ellos, etc.
2) Es verdad que me opuse a que se me nombrara para trabajar con Brandler y Ruth Fischer, porque en tal periodo de lucha, en el interior del Comité central, eso hubiera podido llevar a la derrota total, cuanto más porque en lo esencial, es decir respecto a la revolución y sus etapas, la posición de Ruth Fischer estaba empapada del mismo fatalismo socialdemócrata: elle no había entendido que en tales periodos, unas semanas pueden ser decisivas para varios años, cuando no para decenios. Yo opinaba que era necesario en aquel entonces apoyar al Comité central existente, presionarlo, reforzar su firmeza revolucionaria dando un mandato a camaradas para asistirlo, etc. Nadie entonces pensaba que fuese necesario sustituir a Brandler y tampoco hice esa propuesta.
3) Cuando en enero del 24 Brandler vino a Moscú diciendo que estaba más optimista que durante el otoño precedente con respecto a los acontecimientos, para mí se hizo, claro que Brandler no había entendido cual era la combinación particular de condiciones que provocan una situación revolucionaria. Le dije que no sabía distinguir la mutación de la revolución de su final. “La revolución os vino de cara este otoño: dejasteis pasar el momento. Ahora os vuelve las espaldas, ¡y pensáis al contrario que viene hacia vosotros!”.
Si durante el otoño 1923 yo temía que el Partido comunista alemán dejara pasar el momento decisivo – como ocurrió efectivamente –, el miedo que tuve después de enero del 24 es que la izquierda hiciera una política como si la insurrección armada aun estuviese al orden del día. Así como lo expliqué en una serie de discursos y artículos, la situación revolucionaria ya había pasado, había inevitablemente un reflujo de la revolución y el partido comunista iba inevitablemente a perder parte de su influencia durante un periodo, la burguesía iba a utilizar el reflujo de la revolución para reforzarse económicamente y el capital norteamericano aprovecharse del reforzamiento del régimen burgués para una intervención amplia en Europa so pretexto de “normalización”, pacifismo, etc. En un periodo de este tipo, ponía yo en evidencia la perspectiva revolucionaria como línea estratégica, no como línea táctica.
4) Por teléfono di mi apoyo a las “Tesis de enero” del camarada Radek. No participé en su redacción, pues estaba enfermo. La firmé porque afirmaban que el partido alemán había dejado pasar la situación revolucionaria y que en Alemania era el comienzo de una buena fase para nosotros, no de ofensiva inmediata sino defensiva y de preparación. Esto para mi era en aquel entonces el elemento decisivo.
5) La afirmación de que yo defendí que el partido alemán no habría debido conducir el proletariado a la insurrección es falsa de arriba abajo. Mi acusación principal contra el CC de Brandler fue en realidad que éste no supo ni seguir paso a paso los acontecimientos, ni poner al partido a la cabeza de las masas populares para la insurrección armada durante agosto-octubre.
6) También dije y escribí que en cuanto el partido perdió por fatalismo el ritmo de los acontecimientos, se hizo demasiado tarde para dar la señal de la insurrección armada: los militares se habían aprovechado del tiempo perdido por la revolución para ocupar posiciones importantes y, sobre todo, al haberse realizado una modificación entre las masas, se inició un período de reflujo. Ése es precisamente el carácter específico y original de la situación revolucionaria, que puede modificarse radicalmente en uno o dos meses. No es en vano si Lenin repetía en septiembre-octubre de 1917: “¡Ahora o nunca!”, o sea “nunca” volverá a repetirse la misma situación revolucionaria.
7) Aunque no participé, por estar enfermo, en los trabajos del Comintern en enero del 24, sí es cierto que estaba totalmente en contra de lo que Brandler propuso en el Comité central. Es mi opinión que Brandler pagó muy cara la experiencia práctica tan necesaria a un jefe revolucionario. En este sentido, de haber estado yo en Moscú hubiese defendido la opinión de que Brandler debía seguir ocupando su sitio en el Comité central. Además no tenía la menor confianza en Maslow. Basándome en las discusiones que tuve con él, me parecía que compartía todos los defectos de Brandler con respecto a los problemas de la revolución, sin tener las cualidades de éste o sea la seriedad y el espíritu perseverante. Independientemente de si me equivoqué o no en esa evaluación de Maslow, esta cuestión tenía una relación indirecta con la evaluación de la situación revolucionaria del otoño del 23, de la modificación ocurrida en noviembre-diciembre de ese mismo año.
8) Una de las principales experiencias de la insurrección alemana fue que en el momento decisivo, del que dependía como ya he comentado el destino a largo plazo de la revolución, y en todos los partidos comunistas, una reincidencia socialdemócrata es más o menos inevitable. Gracias a la historia de nuestro partido y al papel inigualable de Lenin, esta reincidencia fue mínima en nuestra revolución; y a pesar de esto, es decir en ciertos momentos, estuvo en peligro el éxito del partido en la lucha. Me parecía y sigue pareciéndome tanto más importante el carácter inevitable de las reincidencias socialdemócratas en los momentos decisivos para los partidos comunistas europeos, más jóvenes y desarmados. Esta forma de ver debe permitir juzgar el trabajo del partido, su experiencia, sus ofensivas, sus retiradas en todas las etapas de la preparación hacia la conquista del poder. Sólo basándose en esa experiencia puede hacerse la selección de los dirigentes del partido.
L. Trotski
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[1] Principal animador de la Fracción de la Izquierda italiana en los años 30.
[2] Cf. Informes y Actas de la IC y la colección de Programme communiste sobre los discursos y tomas de posición de Bordiga.
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