viernes, 23 de septiembre de 2011

MARXISMO Y SUBDESARROLLO-PROGRAMME COMMUNISTE-1971-1000

MARXISMO Y SUBDESARROLLO

Para los ideólogos burgueses, la historia sería una lucha continua entre dos fuerzas antagónicas el desarrollo y el subdesarrollo. De este modo la marcha hacia delante de la historia humana se reduciría al progreso económico y se mediría con ayuda de un coeficiente tecnológico (toneladas de acero por cabeza) o de un coeficiente económico (producto nacional bruto por cabeza).
La teoría del desarrollo económico como teoría de la historia no es nueva, es una versión de la vieja pretensión burguesa siempre renovada según la cual su sistema social es el único "sistema natural", siendo la falta de desarrolló el responsable de todas los males sociales. A los obreros se les explica que cuanto mas trabajen más crecerá su parte de la riqueza social (lo que, dicho sea de paso, está en flagrante contradicción con todas las leyes del capitalismo), mientras que a los pueblos atrasados se le presentan los estragos de la penetración colonialista e imperialista, como la consecuencia "natural" de su subdesarrollo.

Ahora bien así como la pequeña burguesía se siente alternativamente masacrada por el gran capital y entusiasmada por la promesa de ganancias que la sacarán de su condición de pequeña burguesía, todas las corrientes políticas de los países subdesarrollados o del tercer mundo pretenden tener la fórmula del desarrollo. Esto es cierto no solamente para los movimientos reformistas, sino incluso y sobre todo para los movimientos que predican la lucha armada, la violencia. La mayor parte de estas corrientes se reclaman del marxismo y lo presentan como la teoría del desarrollo económico, del desarrollo de las fuerzas productivas. Es el caso de las tres escuelas políticas marxistas: la de los PC ligados a Moscú, la de los castristas y pro chinos y, finalmente, la del grupo vinculado a la Monthly Review, es decir a Baran, Sweezy y más particularmente para América Latina, A G. Frank.
En este artículo nos detendremos en la teoría del "subdesarrollo" de Baran, expuesta en la segunda parte de su libro: "Enonomía política del crecimiento". Si tomamos la teorización de Baran como blanco de nuestra crítica a fin de restablecer la visión marxista de este problema, es porque la misma es una mescolanza de lugares comunes difundidos por la ideología burguesa "marxistoide" en lo que concierne a este tema, y en particular, en lo que concierne a las relaciones entre el imperialismo y los países atrasados.
Antres de resumir la teoría "baraniana", volvamos a exponer brevemente la doctrina marxista de la historia, en oposición a aquella de la lucha entre el "desarrollo" y el "subdesarrollo".
En el "Anti-Dühring", Engels escribe: "…resultó que toda la historia pasada, a excepción del estado primitivo, era la historia de la lucha de clases, que estas clases sociales en lucha una contra otra son siempre el producto de las relaciones de producción y de cambio, en una palabra, de las relaciones económicas de su época... "
Si la historia pues no ha sido más que un choque continuo entre fuerzas sociales antagónicas que representaban intereses económicos, políticos y sociales diferentes, este choque, no es más que el reflejo de modos de producción diferentes que esas fuerzas sociales trataban sea de conservar, sea de destruir (2).
La historia no ha sido mas que una sucesión incesante de modos de producción que, a partir del comunismo primitivo, han pasado por estadios más o menos enmarañados, pero que, para simplificar, podemos clasificar así, al menos en Europa: esclavismo, feudalismo, capitalismo.
El marxismo ve en la sucesión de los modos de producción la base material de la historia humana. Para él, ésta avanza cuando las condiciones maduran para el cambio hacia un modo de producción superior, cuando pasos hacia adelante son dados hacia el último, sin clases: el comunismo.
La sucesión de los modos de producción se acompaña de un crecimiento de la productividad social del trabajo, o si se quiere, de valores de uso producidos por unidad de tiempo y por productor. La aparición de la sociedad dividida en clases, la disolución del comunismo primitivo, ya suponen este crecimiento. Con el capitalismo, la productividad aumenta en forma exponencial, no encontrando otro límite más que en las mismas relaciones de producción capitalistas (límites que se expresan en las crisis, las guerras o… en las revoluciones proletarias): para la ciencia burguesa esto es el "desarrollo". Pero es una consecuencia de la relación de producción capitalista.
El antagonismo entre el capitalismo y el comunismo no se ubica en el terreno de la productividad del trabajo (aunque sea cierto que esta última se desarrollará ampliamente con el socialismo), sino más bien en el terreno de las relaciones sociales.
Alabar el crecimiento económico en sí mismo conduce, pues, a pasar, abierta o subrepticiamente, al campo de la ideología burguesa y por lo tanto al de la conservación social.

La teoría "baraniana" del "subdesarrollo"

En el siglo pasado, Marx afirmaba que “el país industrialmente más desarrollado muestra al país menos desarrollado la imagen de su propio desarrollo futuro” (3).
Baran, refiriéndose expresamente a esta cita, afirma que no es “ni accidental, ni fortuito que el desarrollo real no se haya producido de este modo…” (4). Aquí pues, el marxismo “clásico” sería contradicho por los hechos, “los progresos (siendo) tan lentos, o incluso inexistentes” (5) en las áreas atrasadas, y la prueba la proporcionaría la baja productividad social del trabajo en las áreas en cuestión.
Según Baran, la razón de esta pretendida falta de desarrollo de las fuerzas productivas es la siguiente: la imposibilidad de transformar el plustrabajo (incluso bajo su forma moderna de plusvalía) en capital, es decir, la imposibilidad del desarrollo del capitalismo, ya que el plustrabajo, la plusvalía y el capital están en manos de clases sociales y fuerzas que no tienen interés alguno en la inversión tanto agrícola como industrial: propietarios de la tierra, capital comercial y usurario, imperialismo, Estados. Entonces pues, “en la época del imperialismo”, el desarrollo económico capitalista de los países atrasados es imposible. Escuchemos a Baran:
“El excedente económico resultante del sector campesino de la agricultura es pues arrebatado a los propios campesinos y apropiado por los propietarios de la tierra, los usureros, los negociantes y los comerciantes y, en menor medida, el Estado (...) queda claro que la utilización que se hace de esta parte muy importante (rentas agrarias, NDR) del producto nacional, determina en gran parte el desarrollo económico de los países subdesarrollados. Está no menos claro que en todos los países subdesarrollados la mayor parte de este excedente económico no se utiliza para aumentar y mejorar el equipamiento productivo existente. Una parte muy importante del excedente económico, que se asigna a los propietarios terratenientes, es absorbida por el consumo excedentario de esta capa social (...) (mientras que) es raro que algunas inversiones importantes sean efectuadas, dado el precio muy elevado de la herramienta mecánica agrícola (...) y, por el contrario, el precio muy bajo de la mano de obra agrícola (...) la situación es aún más grave cuando la tierra está compuesta por parcelas individuales (6).”
El aumento de las fuerzas productivas es pues, según Baran, “imposible” en la agricultura de las zonas atrasadas.
En cuanto a la industria, o no puede nacer, o se limita a los sectores marginales controlados por el imperialismo: en los dos casos, la acumulación “nacional” acompañada del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales no existe:
“Pero el mercado de los bienes manufacturados que podía surgir en los países coloniales y dependientes, no se volvió sin embargo un “mercado interno” de estos países; al contrario, completamente sometida por la colonización y los tratados desiguales, se volvió simplemente un apéndice del “mercado Interior” del capitalismo occidental” (7).
Y cuando el imperialismo exporta en estos países capitales y los invierte en la industria, según Baran, la mayor parte va siempre hacia la industria extractiva que no crea mercado interior, mientras que la industria de transformación produce beneficio más a los países imperialistas que a los países “subdesarrollados” (8):
“Se puede decir que en su totalidad, y generalmente, el mundo subdesarrollado puede ser caracterizado por la fuga de una parte considerable de su excedente económico, hacia los países avanzados, en forma de dividendos e intereses”. (9)
De todo esto, Baran saca la siguiente conclusión: “La tarea fundamental que debe asignarse el imperialismo hoy día (es la de): impedir - o si eso es imposible, reducir y controlar efectivamente - el desarrollo económico de los países subdesarrollados” (10).
¡En cuanto al Estado, desgraciadamente! , porque no moviliza el “excedente económico para emplearlo en aumentar los medios de producción”, constituye el último obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas.
He aquí pues “explicada” la incapacidad de desarrollar las fuerzas productivas del “tercer mundo” en régimen capitalista, y sobre todo “en la época del imperialismo”. Su conclusión es inmediata: “El establecimiento de una economía socialista planificada constituye una condición esencial e indispensable (destacado por nosotros, NDR) del progreso económico y social en los países subdesarrollados” (11).
Observen la “coherencia” doctrinal en Baran: en la época del imperialismo, el desarrollo capitalista de los países atrasados se atasca y es casi inexistente; no puede ser de otra manera. Por lo tanto, para desarrollar las fuerzas productivas, es necesario el socialismo.
Primer corolario: Rusia, China, Cuba, etc, son socialistas puesto que consiguieron desarrollar sus fuerzas productivas a partir de una fase económica atrasada.
Segundo corolario: (que no es enunciado expresamente en esta obra, sino que es consustancial a toda esta escuela política y a su “prima” estalinista) puesto que para el marxismo la destrucción de los obstáculos al desarrollo moderno de las fuerzas productivas es una necesidad histórica y popular, y que este desarrollo no puede ser realizado sino por la revolución socialista, este último fue y puede ser aún el hecho de todo el pueblo, el hecho de alianzas de clases.
Tercer corolario: Como toda revolución significa la liberación de las fuerzas productivas, la única revolución posible “en la época del imperialismo” es la revolución socialista (12).
Así pues, según esta teoría “extremista” y “radical”, la revolución socialista puede ser el producto, no del desarrollo de los antagonismos propios al modo de producción capitalista, antagonismos que aumentan con él, sino del subdesarrollo de las fuerzas productivas.
La teoría de Baran constituye un revisionismo del marxismo sobre un triple plano: económico, político e histórico.
Revisionismo económico, porque Baran afirma que el marxismo “clásico” debe “enriquecerse” para dar cuenta de la evolución mundial “en la época del imperialismo”, ya que la historia no habría seguido el curso previsto, en una palabra, ya que la crítica marxista de la economía política es válida para el siglo XIX, pero no para el XX (posición común a todos los revisionismos desde Bernstein).
Revisionismo político, porque la revolución socialista podría no ser la conquista histórica y política del proletariado exclusivamente, sino una conquista común a varias clases sociales (posición que incluso Kautsky nunca se atrevió a afirmar y que es compartida por el estalinismo).
Revisionismo histórico, porque, a imagen y semejanza de todos los revisionismos, presenta la revolución socialista como la heredera de la revolución burguesa: podría ser conducida por las mismas fuerzas sociales y tener las mismas tareas económicas (13).
¡Y se quiere hacer pasar a esto por marxismo! Realmente, la teoría de Baran no es más que una tentativa para dar una “nueva” justificación económica al pretendido carácter socialista del “bloque del Este”, de China, etc y a las teorías políticas que le están asociadas. Heredando del estalinismo la visión del socialismo como “recordman” del crecimiento productivo (y el título de su libro es ya muy sugestivo), intenta remendar la teoría estalinista que los hechos materiales tienden a hacer saltar en pedazos.
La teoría de Baran dista mucho de carecer de implicancias políticas. Al contrario, estas implicancias están en contradicción y en oposición abiertas con el marxismo y el comunismo revolucionarios, tal como fueron enunciados desde el Manifiesto y restaurados por la Tercera Internacional de Lenin.
¡Como la clave de toda la doctrina de Baran es su análisis económico pretendidamente marxista y materialista, vamos a retomarla demoliendo sus “postulados”, para invalidar sus conclusiones La lucha contra el revisionismo económico es inseparable de la lucha contra el revisionismo a secas!

PLAN DE NUESTRA CRITICA

Para demoler la teoría económica de Baran, basta con demostrar que el desarrollo capitalista - este aprendiz de brujo de las fuerzas productivas modernas - no es imposible en las zonas atrasadas, y que al contrario, la evolución material de estas áreas se hace en el sentido, anunciado por el marxismo el siglo pasado.
A este respecto, nuestra crítica consistirá en poner de manifiesto que los seis factores que, según Baran, hacen imposible el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas en las áreas atrasadas tienen en realidad papeles históricos totalmente diferentes. Demostraremos:
a) que el capital usurario y comercial constituye un factor cuya acción crea las condiciones previas a la penetración del modo de producción capitalista;
b) que la sola extensión del asalariado, incluso sin aumento sensible de la productividad laboral social, lejos de mostrar la existencia de un capitalismo “parásitario”, constituye la base de la expansión del modo de producción capitalista;
c) que la acción del colonialismo hace penetrar estas áreas en el remolino que las arrastra hacia el desarrollo social moderno;
d) que no se puede de ninguna manera hablar de un único papel del imperialismo con relación al “tercer mundo” en general, ya que la influencia del imperialismo sobre las fuerzas productivas de las áreas atrasadas depende fundamentalmente del desarrollo social alcanzado por estas regiones;
e) que no se puede explicar nada por la voluntad autónoma de los Estados, y que los roles de estos últimos deben ponerse en relación con las clases dominantes, que son a su vez expresiones de los modos de producción dados y su evolución histórica: y finalmente:
f) que la simple comprobación histórica saca a la luz la confirmación de la previsión marxista en cuanto a la evolución social y económica de las áreas extra-euro-américaines.
Con vistas al estudio de la penetración del capitalismo en las áreas atrasadas, vamos a destacar los problemas planteados por Baran, y, sin buscar nuevas interpretaciones para el siglo XX, vamos a volver de nuevo a nuestro clásicos.

EL ROL HISTORICO DEL CAPITAL USURARIO

Baran sostiene que la usura representa un obstáculo al desarrollo capitalista puesto que el “excedente económico” se aleja del productor y le impide capitalizarse. Así, confunde seriamente los momentos históricos en los cuales actúa la usura.
Para el marxismo, “el capital productivo de intereses, o para designarlo bajo su forma antigua, el capital usurario, forma parte con el capital comercial, su hermano gemelo, de las formas antediluvianas del capital que preceden con mucho al modo de producción capitalista y se encuentran en, las estructuras sociales más diversas desde el punto de vista económico” (14).
Un poco más lejos, Marx describe las formas de existencia del capital usurario en las sociedades atrasadas: “Pero en las épocas. que preceden al sistema de producción capitalista, el capital usurario existe bajo dos formas características. Digo bien: formas características, (...) Estas formas son: primo, la usura por préstamos de dinero a señores pródigos, esencialmente a propietarios terratenientes; secundo, usura por préstamos de dinero a los pequeños productores, poseyendo sus medios de trabajo. Esta categoría incluye al artesano, pero sobre todo, de una manera específica, al campesino, puesto que en la era precapitalista, en la medida en que puede existir pequeños productores autónomos, es la clase campesina la que debe proporcionar la mayor parte” (15).
Y por ello la usura se convierte en un potente medio de hacer posible las condiciones que abrirán la vía al capitalismo:
“… El usurero, no contento de apropiarse el plustrabajo de su víctima, adquiere poco, a poco los títulos de propiedad: sobre sus mismos medios de trabajo: tierra, casa, etc… y se dedica así sin cesar a expropiarlo. (...) Este hecho es la condición previa que le sirve (al modo de producción capitalista, NDR) como punto de partida” (16).
“La usura tiene un doble resultado: primo, de hacer constituirse junto a las corporaciones de comerciantes fortunas monetarias; secundo, de apropiarse los medios de trabajo: es decir, de arruinar a los proprietarios de los antiguos medios de trabajo; en esta medida, es una potente palanca que contribuye a crear las condiciones previas al capital industrial” (17).
He aquí pues resumido el papel revolucionario del capital usurario: acumulación de masas de dinero por una parte, disolución y destrucción de las formas de propiedad “en las cuales se basaba firmemente la estructura política”, del otro.
Es un factor que hace posible, a pesar suyo, el capitalismo. Y decimos “a pesar suyo”, porque la usura desempeña también un papel reaccionario: tras destruir las formas de propiedad, tiende a conservar el modo de producción.
“La usura, como el comercio, explotan un modo de producción dado: no lo crean; son exteriores a él. La usura pretende directamente mantenerlo, para poder volver siempre a explotarlo, ella es conservadora, no hace más que hacer más miserable este modo de producción (18) (...) En una palabra, esta forma de capital usurario arruina este modo de producción, paraliza las fuerzas productivas, en vez de desarrollarlas, y perpetúa al mismo tiempo este estado de cosas, lamentable, donde la productividad social del trabajo no es desarrollada, como es el caso en la producción capitalista…” (19).
Cuando Baran afirma que el capital usurario hace imposible el desarrollo del capitalismo, no descubre nada que sea consustancial al siglo XX, pero tampoco comprende nada de la dialéctica: sólo ve el papel de freno de la usura. Pero la usura no puede ser un freno hasta después de haber sido una palanca para crear las condiciones del capitalismo, y no antes.

EL ROL HISTORICO DEL CAPITAL COMERCIAL

En la teoría “baraniana”, el capital comercial - en los países atrasados - contribuye a hacer imposible el desarrollo capitalista obstaculizando la acumulación de moneda en manos de los campesinos (20).
Antes de pasar al análisis del papel del capital comercial en el nacimiento del modo de producción capitalista, debemos hacer una observación general que afecta al problema del campesinado y los pequeños productores. Baran supone que la miseria y la no acumulación de moneda en manos del campesinado “en general” impiden el desarrollo de las fuerzas productivas, dejando así entender que la acumulación capitalista pudo hacerse sin la expropiación de las masas trabajadoras. Se equivoca completamente.
El desarrollo de todo capitalismo no puede hacerse, como el “Capital” de sobra lo demostró (véase también nuestros trabajos de Partido “Elementos de la Economía marxista” y “Propiedad y Capital”), más que sobre la base de la expropiación “en general” de los productores, artesanos y campesinos, sobre su miseria social absoluta, sobre la “desnudez total” de las grandes masas, fenómeno que tiene como correlato la apropiación de la riqueza social por una minoría. Allí donde esta expropiación se retrasó (véase la URSS con las concesiones a los campesinos que siguieron a la “colectivización” forzada), el capitalismo se atasca en formas aberrantes y retrógradas, retrasando su evolución.
Dicho esto, volvamos al capital comercial. Sobre esta cuestión también, el marxismo, lejos de solidificar en imágenes “estáticas” los fenómenos históricos, pone de relieve el encadenamiento dialéctico de los factores que convergen en los procesos históricos.
“(La existencia del capital comercial) no requiere otras condiciones (...) que aquéllas que son indispensables para la circulación de las mercancías y del dinero (...) cualquiera sea el modo de producción que crea los productos que entran en la circulación como mercancías, tanto el de la comunidad primitiva como la esclavitud o aún el pequeño modo de producción pequeño-campesino, -pequeño-burgués o capitalista, no cambia nada al carácter de los productos en tanto que mercancías…” (21).
El capital comercial, en relación con las estructuras precapitalistas, se caracteriza por el robo y la estafa (22). Y, allí donde el capital comercial desempeña un papel preponderante con relación al capital total, es que el capitalismo - como modo de producción - es embrionario o casi inexistente (23).
A pesar de eso, el capital comercial crea dos condiciones históricas que – sólo asociadas a otros factores - hacen posible el desarrollo del modo de producción capitalista:
“No es de ninguna manera difícil comprender porqué el capital comercial aparece como forma histórica del capital, mucho antes de que el capital haya sometido a la propia producción misma. Su existencia y su desarrollo a un determinado nivel son ellos mismos la condición histórica para el desarrollo del modo de producción capitalista: 1, porque condicionan la concentración de la fortuna monetaria; 2, porque el modo de producción capitalista supone una producción destinada al comercio, vendida al por mayor y no a los particulares; supone pues a un comerciante que no compra para sus propias necesidades, pero concentra en su operación de compra las compras de un gran número. Por otra parte, todo el desarrollo del capital comercial tiende a dar a la producción un carácter cada vez más orientado hacia el valor de cambio y a transformar cada vez más ampliamente los productos en mercancías (...) El comercio reacciona más o menos sobre las comunidades entre las cuales se emprende; somete siempre más la producción al valor de cambio haciendo depender de él al disfrute y la subsistencia; más de la venta que del consumo directo de los productos. Por ello, disuelve las antiguas condiciones (… y) poco a poco mordisquea la producción misma y pone bajo su dependencia a ramas enteras de la producción” (24).
Y cuando las condiciones históricas generales están maduras para la aparición del capitalismo en la producción, el capital comercial le da un potente impulso (25).
El lector nos perdonará esta re exposición con largas citas, pero se hacen necesarias para comprender el papel desempeñado por el capitalismo occidental frente a las áreas atrasadas, papel sacado a la luz claramente por el marxismo desde su aparición. Lo que no impide a los pretendidos “marxistas universitarios” y a las hordas de “correctores” pretender tirar el marxismo al tacho de basura de la historia, creyendo poder afirmar que el marxismo del siglo XIX es diferente del marxismo del siglo XX.
Acabamos de tratar dos factores cuya acción converge para despejar el terreno al modo de producción capitalista. Abordaremos ahora las dos fases fundamentales del desarrollo económico de la producción capitalista, que presentan un vínculo directo con el problema de la evolución capitalista de las fuerzas productivas.

LAS DOS FASES HISTORICAS DEL DESARROLLO ECONOMICO DE LA PRODUCCION CAPITALISTA

Para el marxismo, una de las condiciones del modo de producción capitalista es la existencia del trabajador libre (26). Ahora bien, esto exige que cualquier otro modo de producción que “ligaba” al trabajador sea disuelto: esclavitud, servidumbre, despotismo asiático, comunismo primitivo, producción patriarcal y todas sus alternativas históricas que existieron o existen aún:
"Cuando el campesino antaño independiente y que producía para sí mismo se vuelve un jornalero que trabaja para un agricultor; cuando la estructuración jerárquica característica del modo de producción corporativo se eclipsa ante la simple antítesis de un capitalista que hace trabajar para sí a los artesanos convertidos en asalariados; cuando el esclavista de otrora emplea como asalariados a sus ex-esclavos, etc., tenemos que procesos de producción determinados socialmente de otro modo se han transformado en el proceso de producción del capital." (27).
Esta separación de los productores de los medios de producción y la venta diaria de la fuerza de trabajo al capital no significan de ninguna manera una convulsión de las condiciones técnicas en la producción que son las que determinan la productividad social del trabajo:
“Es precisamente en oposición al modo de producción capitalista plenamente desarrollado que llamamos subsunción formal del trabajo al capital la subordinación al capital de un modo de trabajo tal como se había desarrollado antes de que surgiera la relación capitalista (… porque) por empezar no existe ninguna innovación en el propio modo de producción: el proceso de trabajo se desarrolla exactamente de la misma manera que antes, excepto que ahora se supedita al capital (...) Cuando esta relación de dominación y subordinación substituye a la esclavitud, a la servidumbre, al vasallage, y a los sistemas patriarcales, etc, sólo su forma se modifica…” (28).
Aunque la subsunción formal del trabajo al capital no implica automáticamente una revolución en la técnica productiva, constituye la base sobre la cual va a desarrollarse la subsunción real del trabajo al capital.
"Con la subsunción real del trabajo al capital se efectúa una revolución total (que se prosigue y repite continuamente) en el modo de producción mismo, en la productividad del trabajo y en la relación entre el capitalista y el obrero.
En la subsunción real del trabajo al capital hacen su aparición en el proceso de trabajo todas las transformaciones que analizáramos anteriormente. Se desarrollan las fuerzas productivas sociales del trabajo y merced al trabajo en gran escala, se llega a la aplicación de la ciencia y la maquinaria a la producción inmediata. Por una parte el modo capitalista de producción, que ahora se estructura como un modo de producción sui géneris, origina una forma modificada de la producción material. Por otra parte, esa modificación de la forma material constituye la base para el desarrollo de la relación capitalista, cuya forma adecuada corresponde, en consecuencia, a determinado grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas del trabajo” (29).
Tanto la subsunción formal como la subsunción real representan dos fases de un mismo desarrollo histórico del capitalismo: no son dos capitalismos diferentes, sino las dos etapas de un mismo proceso al igual que no puede existir mariposa sin crisálida:
“La característica general de la subsunción formal sigue siendo la directa subordinación del proceso laboral -cualquiera que sea, tecnológicamente hablando, la forma en que se le lleve a cabo- al capital. Sobre esta base, empero, se alza un modo de producción no sólo tecnológicamente específico que metamorfosea la naturaleza real del proceso de trabajo y sus condiciones reales: el modo capitalista de producción. Tan sólo cuando éste entra en escena se opera la subsunción real del trabajo al capital.” (30).
Estudiar pues el problema de la mayor productividad del trabajo implicada por el desarrollo capitalista equivale a estudiar el paso a la subsunción real del trabajo al capital.
Señalemos de paso que lo que los economistas burgueses llaman el “despegue económico” no es más que el nacimiento - con la subsunción real - del modo de producción “específicamente” capitalista con la expansión de sus leyes fundamentales, cuya producción para la producción, es decir, la supremacía del sector de los bienes de producción sobre el sector de los bienes de consumo.
Generalmente, el estudio del aumento de las fuerzas productivas en las áreas atrasadas o del “tercer mundo” (concepto, dicho sea de una vez por todas, tan impotente teóricamente y vacío de todo contenido como el de “subdesarrollo”) equivale a analizar el problema - rico y luminoso éste sí - de la evolución de los modos de producción.
Por esta razón no puede existir una rama teórica general en la crítica de la economía política que trate del “subdesarrollo” con relación al capitalismo plenamente desarrollado. No puede tratarse sino de transiciones históricas, sobre la base de los modos de producción pre-capitalistas existentes, hacia la subsunción - primero formal, luego real - del trabajo al capital.
En realidad, Baran sobre-entiende que el capitalismo ya penetró el conjunto de América Latina, Asia y África, el “tercer mundo”:
“Todo su desarrollo económico (...) se desarrolló desde entonces sobre un método caótico: descomposición de las antiguas sociedades de estos países, disgregación de las pocas raras estructuras pre-capitalistas existentes” (destacado por nosotros, NDR) (31).
El marxismo, nunca afirmó eso. Con el Manifiesto, se puede afirmar que el capitalismo mundial arrancó esas superficies al aislamiento y a la autarquía, integrándolas al mercado mundial intentando introducir de viva fuerza el mercantilismo. Ahora bien, el mercantilismo es una condición del desarrollo capitalista que, por la fuerza del capitalismo mundial, entabla el proceso histórico de la marcha de los pueblos hacia el capitalismo. El camino recorrido en esta vía no puede evaluarse sino por medio de un trabajo histórico - económico y social - que falta totalmente en la obra de Baran.
Aquí, no pretendemos tratar de la evolución de América Latina, Asia y África después de la convulsión causada por la “civilización” occidental. Esta evolución debe ser puesta en evidencia por el trabajo del partido. En este artículo, no hacemos más que plantear en el terreno marxista los problemas teóricos planteados por nuestros adversarios.

LA PENETRACION DEL ASALARIADO EN LA AGRICULTURA

La superioridad del marxismo sobre todas las doctrinas sociales burguesas es, repitámoslo, que ve la historia como una sucesión de los modos de producción.
La ceguera histórica de todos los “contables” de la historia a la Baran, manifiesta en la cuestión de la transformación capitalista en la agricultura.
Por ello Baran parte en guerra contra las plantaciones y los grandes dominios que, al mismo tiempo que emplean mano de obra asalariada, derrochan en gastos superfluos el “excedente económico”. (32).
El marxismo afirma por su parte que el capitalismo tiende a desarrollarse en primer lugar en la agricultura, pero que es en ella que la transformación tecnológica se acaba en último lugar. En otras palabras, aunque el capitalismo hace su aparición en la agricultura, la subsunción real penetra allí al final. Esto se debe entre otras cosas, al hecho de que la transformación de las condiciones técnicas - que, determinan la productividad laboral - ya supone un fuerte aumento de la productividad en la industria.
Pero la transformación capitalista de la agricultura, sea en la forma de la gran explotación capitalista, o en la, mucho más general, de la aparición del asalariado, tiene una influencia que va bastante más allá del simple coeficiente capital variable/capital constante, medida de la productividad social.
Esta transformación constituye la base de la ampliación del mercado interior para la manufactura o la industria. La circulación de dinero se amplía y amplía el mercantilismo y los mercados.
Al desarrollar el mercado interior - es necesario que los obreros encuentren en el mercado lo que producían antes como pequeños productores independientes - se acelera el paso de la fase formal a la fase real de la subsunción del trabajo al capital, a la supremacía del capital industrial sobre el capital usurario y comercial; en una palabra, a la formación de la sociedad burguesa.
Tomemos como ejemplo la historia de Brasil (33). Allí se observan dos clases de plantaciones: la de la caña de azucar y la del café. La primera corresponde a un régimen esclavista en un país que no era más que una colonia comercial a-nacional. Esta situación se prolonga durante tres siglos. La aparición, hacia mediados del siglo 19, de las plantaciones de café, corresponde a la extensión y a la supremacía del trabajo asalariado, al ascenso de una clase burguesa terrateniente y comercial que se distingue de la anterior al igual que la nobleza francesa burguesa del siglo 19 se distinguía de la nobleza feudal del 18, y que constituye un gran paso adelante en la formación de la sociedad moderna, y el establecimiento - con su supremacía política - de una forma de Estado nacional.
Resumamos las conclusiones de lo que se ha tratado hasta ahora. Lo que Baran denuncia, como “obstáculos” al desarrollo capitalista, no son en realidad más que las condiciones históricas generales de este mismo desarrollo: el capital usurario que destruye las antiguas estructuras de la propiedad al mismo tiempo que realiza la acumulación de capital dinero así como el capital comercial que tiende por otro lado a ampliar el mercantilismo; la subsunción formal del trabajo al capital, que amplía y profundiza la formación de un mercado interior y constituye la base del modo de producción capitalista “específico”.
Puesto que estamos de lleno en el tema, digamos que la miseria inaudita de las masas del “tercer mundo” no expresa otra cosa más que la supremacía del capital usurero y comercial y el principio del modo de producción capitalista. Aquí se encuentra, por una parte, la miseria consustancial a la extorsión de plusvalía por el capital sobre la base de los métodos de producción y técnicas productivas anticuadas, y del otro, la expropiación de los productores. Es por otra parte un camino “idílico” similar a el ya recorrido por Europa y que lleva hacia el capitalismo.
Las mismas causas producen los mismos efectos. La crítica supuestamente nueva de Baran hacia el capital usurario, comercial y agrario no es en realidad más que una repetición (y de las peores!) de la crítica hecha por los ideólogos de la burguesía manufacturera ascendente en Europa, crítica que era un arma de lucha de las nuevas capas de la burguesía que representaban el capitalismo avanzado contra las que eran producto de las formas atrasadas del capital. El mismo Baran se ve obligado a reconocerlo. (34).
Por nuestra parte, consideramos como una victoria doctrinal el hecho de que el marxismo “clásico” sea válido, no solamente para el capitalismo inglés o incluso europeo dentro de los límites del siglo XIX, sino para todas las áreas geográficas y para todos los períodos históricos.
Esto es lo que nos permite retomar las lecciones políticas de la lucha de clases del siglo XIX en Europa - al igual que lo hicieron los bolcheviques - para que, sin cambios, puedan armar los brazos revolucionarios de los proletarios de las áreas no blancas en la lucha internacional contra el capitalismo mundial.

COLONIALISMO Y "DESARROLLO"

Dónde la idiotez pequeño-burguesa alcanza la cumbre de su perfección, es cuando trata el tema del colonialismo y el imperialismo y de sus relaciones con las áreas atrasadas.
El colonialismo y el imperialismo se vuelven culpables de impedir el “desarrollo armonioso” de estos países: “No se debe olvidar que si la India hubiera estado librada a su propio desarrollo, seguramente habría seguido una vía menos tortuosa, menos dolorosa sobre todo. Habría debido inevitablemente pasar por una revolución burguesa y por un desarrollo capitalista costoso, pero, hubiese sido el precio de sus progresos. La India habría sido otra muy distinta si hubiera podido controlar y dirigir su propio desarrollo, hacer progresar a su pueblo” (35). Y más adelante: “… si los países actualmente subdesarrollados hubieran podido, de un momento a otro, desarrollarse independientemente, no se podría, a priori, excluir la posibilidad que ellos mismos exploten sus recursos naturales, y esto en condiciones más ventajosas que las que les han sido impuestas por las inversiones capitalistas extranjeras” (36).
Los ideólogos pequeño-burgueses no hacen más que empujar hasta el ridículo los caracteres de la clase que representan: acorralada entre el gran capital y la clase de los sin-reserva, sobrepasada siempre por los acontecimientos que escapan a su control, bamboleada por fuerzas materiales que no pueden sino conducir a su propia ruina, la pequeña - burguesía sueña. Su filosofía es la del “si…”: “si se pudiera…”, “si el capitalismo pudiera existir sin el imperialismo…”, etc
Veamos, si el “malvado” imperialismo no hubiera existido, el desarrollo burgués hindú hubiera podido hacerse “menos costosamente”, ese habría sido el “precio de sus progresos”, habría podido “hacer progresar a su pueblo”. ¡Eterna canción de todos los ideólogos burgueses! Es “olvidar” que el capitalismo de la época “preimperialista”, el de Europa a partir del siglo XVI, se instauró a hierro fuego, y que tres siglos más tarde el proletariado comenzaba apenas a organizarse para dejar de ser la presa indefensa de una rapiña capitalista desenfrenada. El marxismo nunca ha negó - ni en teoría ni en la práctica - el carácter revolucionario de la transformación burguesa de las estructuras precapitalistas, pero siempre lo llamó por su nombre, denunciando por adelantado su contenido, colocándose, no en el terreno de la “productividad”, sino en el de los antagonismos, no sobre el del “progreso del pueblo”, sino sobre el de la lucha de clases.
Pero volvamos al papel del colonialismo blanco. Ya en 1848, el marxismo pone claramente en evidencia las relaciones entre las áreas atrasadas y la burguesía europea. Por una parte, el nacimiento del capitalismo en Europa está indisolublemente vinculado a la reciente historia de los pueblos de las áreas extra europeas: la esclavitud asalariada de los proletarios tuvo por condición la esclavitud a secas de las razas de color, en América Latina, Asia, África. Por otro lado, “la burguesía arrastra en la corriente de la civilización hasta las naciones más bárbaras” (37). Veamos cómo.
El desarrollo del capitalismo en Europa coincide en Rusia con el nacimiento del feudalismo constituido sobre la comunidad agraria (MIR). En este choque de dos modos de producción diferentes, el capitalismo revolucionario nunca logró abatir al feudalismo reaccionario. Pero este choque impuso al Estado ruso la producción de guerra para la defensa de su régimen social, la liberación de la servidumbre para conseguir la mano de obra necesaria, la obligación de los impuestos para darse medios financieros. De esta manera el zarismo se vio obligado a minar sus propias bases sociales y arrastrado a la historia moderna, lo mismo sucede para Japón.
En cuanto a Asia, vivía desde milenios bajo el despotismo asiático, sacudida periódicamente por rebeliones campesinas que neutralizaban la decadencia del sistema, reiniciándose así todo el ciclo. Detrás de esta dinámica social se ocultaba un inmovilismo ancestral.
La llegada de los Europeos con la política de la cañonera rompió este ciclo siempre renovado. Así pues, por ejemplo, la invasión de China por los productos manufacturados occidentales arruinó la artesanía local y el régimen de las sociedades; los préstamos forzosos causaron la subida de los impuestos que aceleró el papel disolvente de la usura y la desarrolló; la introducción del opio acentuó el mercantilismo que existía desde hace tiempo en la sociedad asiática sin llegar a destruirla; la ruina de la propiedad asiática provocó la decadencia de las estructuras políticas. El rodillo compresor de la historia moderna se ponía en marcha.
En cuanto a África y América Latina, se trataba de sociedades que no superaban la fase de la barbarie. Y es la colonización que tendía y tiende a destruir estas formas sociales.
Hablar de un desarrollo endógeno de todas estas sociedades hacia el capitalismo sería tan absurdo como hablar de la “caída ascendente de una piedra”…

LA PRUEBA DE LOS HECHOS

Si se desnudan las afirmaciones de Baran de toda la fraseología propia a la economía política vulgar, no se encuentra más que esta afirmación fundamental: el paso a la subsunción real del trabajo al capital es imposible en las áreas extra europeas, una vez que el capitalismo se estableció plenamente en Europa.
No trataremos aquí de los casos particulares, pero, según el método matemático, demostraremos la falsedad de tal tesis dando ejemplos históricos que los contradicen. Si esta afirmación es generalizable a todos los períodos del capitalismo europeo (como pretende, por ejemplo, A.G. Franck), basta con dar el ejemplo de los EE.UU (primero colonia, luego semicolonia inglesa) para desmentirlo por lo que se refiere al período preimperialista. Si se quiere afirmar por el contrario que es “en la época del imperialismo” que este paso es imposible, basta con dar los ejemplos de Japón en Asia y de México o Argentina en América Latina, para afirmarlo. Y sólo citamos los países abiertamente reconocidos como capitalistas; están también aquellos que, pretendiendose “socialistas” no son en realidad más que naciones burguesas: la URSS y los países de Europa Central. Y no hablaremos de China porque está sentando simplemente las bases del desarrollo capitalista (38).
Pasemos ahora al análisis del imperialismo y pondremos de manifiesto que los argumentos formulados por Baran sobre su papel y su naturaleza (argumentos que tienen una amplia audiencia hoy, sobre todo en las áreas atrasadas) lo hacen el representante de una alternativa de la teoría de Kautsky sobre el ultraimperialismo.

QUE ES EL IMPERIALISMO?

“El imperialismo es el capitalismo llegado a una fase de desarrollo donde se afirmó la soberanía de los monopolios y del capital financiero, donde la exportación de los capitales adquirió una enorme importancia, donde la división del mundo comenzó entre los trusts internacionales y donde se acabó la división de todo el territorio del globo entre los más grandes países capitalistas.” (39)
En esta fase monopolista del modo de producción capitalista, la concentración del capital-dinero en monopolios financieros (los bancos) que tienen una fuerte influencia sobre el capital social (industrial y comercial) está extremadamente avanzada.
Si el capitalismo del período “competitivo” se caracterizaba por la exportación de las mercancías (que tienen como consecuencia las guerras comerciales), el capitalismo de la fase imperialista se caracteriza por la exportación de los capitales, porque la acumulación de capital-dinero en un reducido número de Estados es tal que se puede decir que “el imperialismo es una inmensa acumulación de capital-dinero en un reducido número de países” (Lénin). Y eso tiene como consecuencia las guerras para la división una y otra vez de las zonas de influencia (regiones de inversiones), las guerras imperialistas.
Ahora bien, el capital-dinero, como capital, sólo existe para reportar intereses. Es lo propio de todo capital-dinero, en cualquier modo de producción, sea esclavista, feudal, asiático, patriarcal o capitalista. No crea el modo de producción, supone su existencia.
El capital-dinero es una forma “antediluviana” del capital, pero es bajo el capitalismo, en el modo de producción capitalista, que el capital-dinero se expande y somete al conjunto de la sociedad. La razón. de esto es que el capital-dinero supone la existencia del mercantilismo, y es bajo el capitalismo que el mercantilismo alcanza su desarrollo completo.
El capital-dinero puede desempeñar su papel sobre cualquier modo de producción conveniente. Así pues, se invierte en los otros países capitalistas como capital industrial, comercial o financiero; practica la usura en Rusia zarista o también en los países asiáticos, a la manera del último de los sátrapas locales; se inivierte en el comercio de los países atrasados, (practicando el saqueo y la estafa a pequeña como a gran escala); se invierte en las manufacturas según las necesidades de los mercados del “tercer mundo” o aún, para satisfacer las solicitudes de materias primas del mercado mundial, financia hasta la introducción de la esclavitud en las regiones tropicales. Y así sucesivamente.
El imperialismo no es una categoría económica: es la supremacía del capital-dinero a escala mundial que tiende a someter al conjunto de las fuerzas productivas internacionales, capitalistas o no. Y esta supremacía sólo es posible porque alcanzando su fase “suprema” el capitalismo se desarrolló extremadamente en un reducido número de países.

IMPERIALISMO Y AREAS ATRASADAS

La gente como Baran quiere encontrar diferencias específicas entre la Influencia del capital “preimperialista” e “imperialista” sobre las áreas atrasadas. Invierten completamente el problema. Si hay diferencia, no se debe al capital, sino a la evolución económico-social de estas regiones.
Veamos Asia. Es el colonialismo preimperialista quien “abrió” el continente al mercado mundial, exacerbando la acción erosiva propia del capital usurario y comercial que existía desde hace tiempo en esta sociedad. El imperialismo no hizo más que heredar este papel usurario y comercial, y desarrollar una escasa Industria en la medida en que se desarrollara también el estrecho mercado interior nacido de la disgregación de la antigua sociedad. La diferencia entre el período preimperialista y la actual depende de las transformaciones internas de la sociedad asiática.
En América Latina, el esclavismo y el trabajo obligatorio aparecen en la fase del capitalismo comercial de Europa en el siglo XVI. Tomando distintas formas, y evolucionando según la coyuntura internacional, mantienen a estas sociedades en las formas sociales híbridas. El capital europeo se invierte en el comercio y los empréstitos de Estado (usura).
El desarrollo del mercado mundial consecutivo a la “revolución industrial” integra de manera definitiva estos países en las corrientes internacionales, y desarrollan una potente burguesía comercial. La decadencia del esclavismo, la constitución de las primeras formas burguesas de producción, en una palabra, el principio de la constitución de la sociedad burguesa hacia fines del del siglo pasado - paralelamente a la constitución de un mercado interior - hace posible el principio de la inversión del capital en la industria. Luego, es “en la época imperialista” que nace la América Latina plenamente burguesa.
En cuanto al África, es el mejor ejemplo debido a que la forma de extracción de plusvalía no puede depender sino de la fase histórica de la sociedad. Si se deja de lado el período en que sólo proporcionaba esclavos para la exportación a América, se nota que el capital sólo coloniza de verdad África a partir del período imperialista.
Es suficientemente elocuente que el imperialismo no haya podido introducir en el África otros métodos de explotación diferentes de los utilizados por los “salvajes españoles” en la conquista de América Latina cuatro siglos antes, a saber el trabajo obligatorio, con extracción de una bajísima tasa de plusvalía, o el impuesto en especie.
La distinción que hacen entre el colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo, en cuanto a la influencia de las metrópolis sobre las áreas atrasadas no hace más que revelar la estupidez de los ideólogos del “desarrollo”.
Las consideraciones hechas más arriba, nos permiten también poner de relieve el hecho de que el imperialismo no puede definirse como una política del capital financiero, como Lenin ya lo mostró.
Y una vez más, el papel desempeñado por el imperialismo americano en Brasil es altamente instructivo. Desesperación y estupor en el estalinista entusiasta de la “industrialización record”!: es justamente el imperialismo quien no solamente da su apoyo y su impulso al desarrollo industrial y pesado del país, sino que ayuda a la tentativa de liquidación de las estructuras capitalistas atrasadas. Que esta tentativa se haga por medio del terror y la represión salvaje del Estado, no añade nada nuevo a la historia del capitalismo: el capital nunca ha impuesto su soberanía ni sobrevivido de otra manera.
La visión marxista correcta, y de la naturaleza del imperialismo como fase suprema del desarrollo capitalista, y de sus relaciones con las áreas atrasadas, permite fundar la justa posición comunista e internacionalista de las relaciones entre la lucha anticapitalista mundial y la de los pueblos atrasados.
El imperialismo, siendo un producto del capitalismo ultradesarrollado, no puede morir sino con él, con la caída de los bastiones de este capitalismo en putrefacción. Cuando los pueblos coloniales o semicoloniales en las áreas atrasadas chocan, armas en mano, y directa o indirectamente a los intereses del capital financiero imperialista y a sus representantes, combaten la influencia ejercida por el capital-dinero sobre sus estructuras sociales respectivas principalmente capital comercial y usurario en Asia; trabajo obligatorio primero e impuesto luego en África Negra, etc.
Transformar la lucha contra ciertas formas de capital en una lucha contra las raíces mismas del capitalismo: ¡llevar un movimiento nacional-revolucionario más allá de sus propios límites en un movimiento internacional proletario, tal es la tarea del proletariado mundial, y solo de él! Por esta razón las luchas - en sus distintos grados históricos – de los pueblos atrasados de Asia, África e incluso de las regiones más atrasadas de América Latina contra los Estados imperialistas, sólo pueden pasar a ser eslabones de la lucha directa contra las raíces mismas del imperialismo si son integradas proletariado mundial a su lucha anticapitalista.

EL KAUTKISMO BARANIANO

Veamos más de cerca los dos argumentos formulados por Baran en apoyo de su tesis sobre la “mala voluntad” del imperialismo frente a la industrialización del “tercer mundo”:
a) las inversiones se colocan sobre todo en industrias que no tienen una influencia directa sobre la evolución social (o más bien sobre la productividad) de estos países (minas, plantaciones, etc).
b) la exportación de los beneficios hacia las metrópolis no permite la plena (?) utilización del “excedente económico potencial”, (sic).
Para retomar el primer punto, el marxismo afirma que el objetivo, el fin del capital es la plusvalía y no la mercancía, el valor de intercambio y no el valor de uso. El capital se invierte allí donde puede obtener beneficios. Si en algunos países, el imperialismo sólo invierte en las minas, es porque, en los otros sectores, no puede esperar “mejor” beneficios.
El capital no tiene prejuicios nacionales ni sectoriales: va allí donde encuentra condiciones materiales favorables para sus inversiones. Por ello los capitales se exportan principalmente hacia los países capitalistas altamente desarrollados, hacia los países imperialistas. Este desarrollo no es la consecuencia de estas inversiones, sino al revés: es porque en los países capitalistas desarrollados, existe un amplio mercado interior que los capitales afluyen a ellos. Del mismo modo, el “subdesarrollo” no es la consecuencia del escaso porcentaje de inversiones por parte del imperialismo, es exactamente lo contrario.
Por lo que se refiere al segundo argumento, el de la repatriación de los beneficios, podemos responder de una manera polémica que nosotros nos burlamos de ello, con tal que un proletariado - incluso escaso numéricamente - pueda constituirse y, unido al proletariado mundial, pueda llevar más allá de sus límites las revueltas antiimperialistas de las áreas atrasadas, afin de que contribuyan a la destrucción de un mundo donde el “excedente económico” es el objetivo único y supremo de toda la actividad humana.
Para responder al argumento en el plano teórico, basta con añadir que la exportación de los beneficios resulta de la estrechez del mercado interior de estos países, punto y aparte. Siendo la tasa de ganancia precisamente más alta en las áreas atrasadas, sería necesario que el capital fuera masoquista para huir de los lugares donde la ganancia es la más elevada, si no hubiera una poderosa razón económica para ello.
Para Baran, en cambio, los puntos a) y b) serían la manifestación de una voluntad maligna inherente al imperialismo: la de impedir toda capitalización y toda industrialización de las áreas atrasadas. Esta visión es una alternativa de la teoría de Kautsky sobre el imperialismo. Así pues, el imperialismo sería una política.
Esta visión es no solamente falsa teóricamente, sino en abierta contradicción con los hechos (40). Ejemplos: la India o Brasil por no citar más que estos dos países. Son las condiciones internas (creación previa de un mercado interior) y externas (necesidad de inversiones de los capitales en las metrópolis y competencia inter imperialista) que condujeron a una potente instalación de la gran industria moderna.
En conclusión: por lo que se refiere a la influencia del capital sobre los modos de producción en las áreas atrasadas, el imperialismo, como fase del capitalismo mundial, no aporta nada nuevo, nada que no haya sido puesto en evidencia por el marxismo hace más de un siglo.

A PROPOSITO DEL "FOSO CRECIENTE" ENTRE PAISES RICOS Y PAISES POBRES

Aprovechamos el tema para llamar la atención sobre un último argumento levantado por toda la escuela política de Baran y que tendería a probar la imposibilidad del desarrollo capitalista tan elogiado, a saber la brecha creciente que separa los países del área euroamericana del resto de los continentes en lo que se refiere a la riqueza acumulada.
Este fenómeno no es más que la expresión de una ley general del capitalismo: la tendencia a la concentración y a la centralización del capital. En ella vemos la confirmación del análisis marxista del capital y cuando los marxistas levantan este argumento, es para descartar las pretensiones imperialistas del régimen capitalista que pretenden garantizar la igualdad de las naciones bajo su dominación, sueño eterno de la democracia pequeño-burguesa. Como lo dijo la Internacional Comunista en 1920, “en cuanto al significado verdadero de la pretensión igualitaria (entre naciones, NDR), sólo reside en la voluntad de suprimir las clases”. Pero este argumento no tiene nada que ver con nuestro tema: desde el punto de vista marxista, esta brecha puede, y debe ampliarse, permitiendo al mismo tiempo la transformación de los modos de producción hacia el capitalismo, porque esta brecha es propia del capitalismo.
El proletariado revolucionario no puede preocuparse de la “brecha creciente” entre las naciones, - que tanto agitan todos los pequeñosburgueses nacionalistas - porque la riqueza de todos los Estados y de todas las naciones del mundo proviene de la plusvalía arrancada al proletariado. Si se preocupara de ello, caería derechito en la colaboración de clases.
Repitamoslo, el proletariado comunista se interesa por el problema de los modos de producción, no por las diferencias en los saldos bancarios de sus explotadores.

ESTADO Y DESARROLLO

Es justamente cuando abordan la cuestión del Estado que las teorías políticas revelan su verdadera naturaleza. La teoría de Baran no escapa a esta norma, ya que en esta cuestión deja caer sus últimas veleidades “marxistizantes”.
En efecto, si la llave de la historia es la lucha por el aumento de la productividad social del trabajo, y si esta productividad aumenta en función de la inversión del “excedente económico”, se pueden clasificar a los Estados en tres categorías: los que no invierten nada, los que invierten pero derrochan, los que invierten lo más posible y derrochan lo menos posible. ¡Resumidamente, “nada, un poco, mucho, apasionadamente”! Y seguramente ustedes mismos habrán adivinado: la última categoría sería la de los Estados socialistas (41).
Por nuestra parte, no teniendo nada que descubrir, nosotros nos fiamos del marxismo “clásico”. En la visión marxista, el Estado es una organización coercitiva, “un garrote”, que garantiza la defensa de los intereses materiales de una clase social (o de una parte de la sociedad) contra otros para evitar que intereses antagónicos lo desgarren. El estado, por lo tanto, es el producto de condiciones históricas dadas, y no su causa, incluso si puede tener una influencia sobre la infraestructura social en el sentido que acelera o frena la evolución (42); pero en ningùn caso el Estado puede dar su sentido al movimiento ni impedir a este movimiento ir hacia delante; fuera lo que fuera, la Santa Alliance no pudo impedir el nacimiento de la Europa burguesa, y los grandes Estados imperialistas - mucho más potentes que ella - fueron igualmente incapaces de impedir el parto de un Asia burgués.
Para caracterizar un Estado, es necesario caracterizar en primer lugar la sociedad que constituye la base, su modo de producción, su fase de desarrollo, sus relaciones con las sociedades exteriores y, sobre todo, la clase dominante. Hacer la distinción entre Estados coloniales y no coloniales según la independencia política formal, equivale a aceptar la mistificación de la Sociedad de las Naciones o de la ONU. Comparar a Venezuela o Chile (países burgueses y Estados nacionales) con Kuwait o el Congo (precapitalistas con un Estado colonial a-nacional) simplemente porque ambos exportan materias primas y porque tienen embajadas propias, es una burrada tan enorme como comparar la Tierra al Sol porque ambos describen una òrbita…
Si el imperialismo exporta hacia las metrópolis la casi totalidad de las rentas extraídas del África Negra, o si los sultanes “dilapidadores” del Golfo Pérsico gastan sus “fabulosas” rentas en vez de invertirlas in situ, es simplemente porque para que el dinero pueda funcionar como capital, es necesario que los relaciones sociales lo permiten: y este no es el caso todavía en estas àreas. ¡El capital y el modo de producción capitalista son relaciones entre los hombres! (43). En el fondo, Baran “reprocha” a estos Estados de no ser agentes económicos del desarrollo capitalista y piensa que es el Estado (o la violencia) quien hace y modela a la sociedad. Por el contrario - y como Engels lo demostró en la carta de Dühring - la violencia y el Estado no son más que la expresión de la sociedad.
En cuanto a los Estados “compradores”, el bajo nivel de las inversiones realizadas por ellos proviene del hecho a que son los representantes de la soberanía de las clases vinculadas al capital agrario, comercial y usurario, es decir, la expresión política de las formas atrasadas del capital. Y el Estado Indio (que pertenece a “mucho”, pero no a “apasionadamente”!) no es más que la expresión de las alianzas entre las formas capitalistas modernas y atrasadas e incluso precapitalistas (lo que, a propósito, le confiere este carácter de “polvorín de Asia”).

LA EUROPA PERDIDOSA

Como todo pensamiento vulgar, es decir, incapaz de hacer un análisis serio del capitalismo y las transiciones históricas que conducen a èl, la “teoría” de Baran pretende encontrar una confirmación en hechos que sólo están incluidos en la trivialidad: ¡“los progresos tan lentos como casi inexistentes” en la evolución économico-social de las áreas atrasadas!
Todo esto recuerda irresistiblemente al pequeño-burgués que mide la historia humana según su yo, según la duraciòn de “su vida”. Basta en efecto de una simple mirada sobre la evolución histórica de las àreas extraeuropeas para comprobar que el paso de los antiguos modos de producción al capitalismo se aceleró y no retrasó desde la instauración del capitalismo en Europa.
Veamos un cuadro simplificado:
Europa: instalación del feudalismo: siglo IX (después de Charlemagne). Comienzo del capitalismo: siglo XVI. Revolución industrial (es decir, subsunciòn real del trabajo al capital): siglo XX.
Rusia: Generalización de la servidumbre: siglo XVIII. Comienzo de la sociedad burguesa moderna: siglo XX.
América Latina: Estadio de la barbarie: siglo XV. Comienzo de la sociedad burguesa: segunda mitad del siglo XIX. Constitución de la sociedad burguesa moderna: durante el siglo XX.
Asia: Política colonial generalizada que combate la sociedad asiática siglo XIX. 1905: comienzo del período de las revoluciones burguesas.
África Negra: Comienzo de la colonización a partir de las formas primitivas de la sociedad humana: segunda mitad del siglo XIX.
Basta una rápida mirada sobre esta cronología para observar que en este “curso” històrico hacia el capitalismo, Europa es ampliamente perdedora detrás de Rusia, América Latina y Asia. Y esto confirma, contra la hueca pretensión de Baran, lo que el marxismo decía ya hace un siglo.
Pero reconociendo al mismo tiempo al capitalismo una posibilidad histórica de desarrollo en las àreas no blancas, le prometemos la misma suerte que en el àrea euroamericana: la muerte a manos del proletariado mundial.

Notas:
Ver en “Programme Communiste” n° 47, nuestra crítica de la teoría de Baran y Sweezy sobre la economía política bajo el título “las últimas hazañas del marxismo universitario”.
1. Recordemos que, por modo de producción, el marxismo entiende la manera en que los hombres de una determinada sociedad producen sus medios de existencia e intercambian entre ellos los productos.
2. El Capital, libro 1, vol. 1, página 13, éd. Sociales.
3. Página 184, éd. Maspero.
4. Página 181.
5. Páginas 207-8.
6. Página 217.
7. El lector ya habrá observado una primera incoherencia en la teoría de Baran: ¡se afirma en primer lugar que las inversiones no son posibles y cuando se hacen a pesar de todo en las industrias manufactureras, se añade que los beneficios son exportados! No es nuestra falta si el remiendo que constituye la argumentación baranienne no forma una teoría coherente: intentamos exponerlo de la manera más comprensible posible.
8. Página 227.
9. Página 240.
10. Página 305.
11. Aquí nos encontramos ante la alternativa “economista” de la misma teoría que ha sido enunciada por Mao en su forma “política” (véase “la nueva democracia”).
12. Está fuera de duda que la revolución anticapitalista victoriosa a escala mundial arrancará las àreas atrasadas a su atraso, pero será evitándoles la acumulación local de riqueza social poniendo a su disposición la que ya ha sido acumulado de sobra a escala internacional.
13. El Capital, libro 3, vol. 2, página 253.
14. El Capital, libro 3, vol. 2, página 254.
15. El Capital, libro 3, vol. 2, página 255.
16. El Capital, libro 3, vol. 2, página 269.
17. El Capital, libro 3, vol. 2, página 269.
18. El Capital, libro 3, vol. 2, página 255.
19. “Explotado por intermediarios de todas las clases, es mal pagado por su escasa producción y debe, al contrario, pagar muy caro los pocos bienes de consumo que vienen del sector industrial que debe adquirir”. página 207.
20. El Capital, libro 3, vol. 1, página 334.
21. “Mientras el capital comercial aplique el intercambio de productos de las comunidades no desarrolladas, el beneficio comercial no se presenta solamente como el robo y de la estafa, pero es en gran parte allí donde se originó (...). (...) estos modos de producción implican que el capital comercial se apropia una parte preponderante del excedente (...). Allí donde el capital comercial domina, representa, por lo tanto en todas partes, un sistema de saqueo al igual que por otra parte su evolución en los pueblos comerciantes de la època antigua y de los nuevos está directamente vinculada al saqueo por la violencia, a la piratería, al rapto de esclavos, (en las colonias); tanto en Cartago, en Roma, más tarde en los Venecianos, los Portugueses, los Holandeses, etc (destacado por nosotros, NDR). Ídem, página 339. En este último “etc”, podemos incluir los imperialismos modernos, no solamente en el siglo XIX, sino completamente en el XX”.
22. “El desarrollo preponderante y autónomo del capital como capital comercial significaría que la producción no se somete al capital; significaría pues el desarrollo del capital sobre la base de una forma social de producción independiente de él y que le sería ajena. El desarrollo del capital comercial es pues inversamente proporcional al desarrollo económico de la sociedad”. Ídem, página 336.
23. Ídem, páginas 335 y 339.
24. “Otro ejemplo, es el del capital comercial, que hace pedidos a un determinado número de productores inmediatos, luego recoge sus productos y los revende, adelantando a veces la materia prima o el dinero, etc Es a partir de esta forma que se desarrolló un elemento importante de la relaciòn capitalista moderna (...). Sin embargo, esta transición ya ha alcanzado una fase más avanzada que en la relaciòn del capital usurario”. Marx: Un capítulo inédito del Capital, éd. 10-18, página 189.
25. “La transformación del dinero en capital exige pues que el dueño de dinero encuentre en el mercado al trabajador libre y libre desde un doble punto de vista. En primer lugar, el trabajador debe ser una persona libre, disponiendo voluntariamente de su fuerza de trabajo como de su propia mercancía; en segundo lugar debe carecer de otra mercancía que vender; ser, por decirlo así, libre de todo…” El Capital, libro 1, vol. 1, página 172.
26. Un capítulo inédito del Capital, página 192.
27. Ídem, páginas 194,204 y 206.
28. Ídem, página 218.
29. Ídem, página 217.
30. Ídem, página 186.
31. Aquí, y para no complicar demasiado la cuestión, se supondrá que el trabajo asalariado es la norma. Tengamos en cuenta que generalmente el trabajo en las plantaciones tropicales es realizado por una mano de obra esclava - sea abiertamente como fue el caso en Brasil para la caña de azucar, o de una manera disfrazada como el “peonaje” en México hasta la revolución a principios del siglo, o incluso hasta ayer en Perú en los “gamonales” de la montaña. La penetración del asalariado en las plantaciones es un fenómeno relativamente reciente.
32. Brasil era con la India la “manìa” de todos los teóricos del “subdesarrollo”, incluidos los que teorizan “la imposibilidad del desarrollo”. La burguesía moderna, que se burla abiertamente de las teorizaciones pequeño-burguesas, sigue las leyes inexorables del capitalismo, y está - con la fuerza del Estado - garantizando la supremacía incontestada de la subsunciòn real del trabajo al capital.
33. “Lo que antes era denunciado rigurosamente por Adam Smith, Ricardo y otros economistas clásicos, está aún en vigor hoy día en los países subdesarrollados. Una parte importante de lo que embolsado por los propietarios agrarios es disipada…” Ídem página 208. O, aún: “Es cierto que los países actualmente subdesarrollados tienen esto en comùn con las primeras fases del desarrollo capitalista en Europa Occidental: a saber la presencia (y la acción) de fuerzas potentes que quieren a toda costa impedir la salida de los capitales de la esfera de la circulación hacia la esfera de la producción…” Página 216.
34. Página 192.
35. Página 229.
36. “La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. (…) Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.” (“el Manifiesto”).
37. Respecto a estos teóricos, citemos lo que Lenin decía contra los populistas rusoas que teorizaban, también ellos, la imposibilidad del desarrollo capitalista para los países que “llegan demasiado tarde”: “… al menos los populistas afirman que sus consideraciones a priori (erróneas a nivel teórico) bastan para aportar la prueba”.
Los populistas rusos afirmaban que el capitalismo no podía desarrollarse en Rusia, sobre la base de dos argumentos que son, en cuanto al fondo, idénticos a los de Baran: por una parte, la ruina de los pequeños productores, sobre todo los campesinos, y, del otro, el excesivo desarrollo capitalista de los países que dominan en el mercado mundial.
38. Lenin “el imperialismo, fase superior del capitalismo” (página 287, ED. Sociales.
40. “En realidad, se pueden agrupar los países en tres grandes categorías: en primer lugar los territorios coloniales, directamente administrados por las potencias imperialistas (prácticamente todo el África, una parte de Asia y algunas regiones poco numerosas de América Latina), en segundo lugar la aplastante mayoría constituida por los países dominados por un régimen típicamente compradore, por fin en último lugar, algunos países subdesarrollados, que tienen un Gobierno de orientación tipo “New Deal” (!!??) - se trata sobre todo de la India, Indonesia y Birmania” (página 246). “Actualmente el excedente económico, en las zonas coloniales, es utilizado por las administraciones locales, no para la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones, sino para aumentar los intereses de las potencias imperialistas; en los países de la segunda categoría, un volumen importante del excedente económico es apropiado por los Gobiernos compradores que lo utilizan o lo derrochan de la misma manera. Por lo que se refiere a la India, el problema se plantea un poco diferentemente. El volumen de los recursos apropiados por el Estado es muy inferior al excedente económico potencial…” (página 267). Para información del lector, los países tratados por Baran en el segundo grupo son: Kuwait, Arabia Saudí, el Katar, Bahrein en el Golfo Pérsico, al lado de… ¡Venezuela!
41. Y, cuando el Estado existente constituye un freno, ese freno da lugar a revoluciones.
Aunque debe ser evidente para alguien que se reclama del marxismo, el hecho de que el capital usurario, comercial, los Estados y el imperialismo dominante constituyen obstáculos al desarrollo burgués, Baràn no saca la conclusión que los movimientos anticoloniales asiáticos y del África blanco que intentan destruirlos en una perspectiva de lucha estrictamente nacional, tienen un carácter burgués; ¡no, para èl, son “socialistas”!
42. “… la posesión de dinero, subsistencias, máquinas y otros medios de producción no hace de un hombre un capitalista, salvo cierto complemento, que es el asalariado, otro hombre, en una palabra, forzado a venderse voluntariamente (...) en vez de ser una cosa, el capital es una relación social entre personas, relaciòn que se establece por medio de las cosas”. (“El Capital” libro 1, vol. 3, página 207).

FUENTE: “PROGRAMME COMMUNISTE”, N° 53-54, OCTUBRE DE 1971 - MARZO DE 1972

No hay comentarios:

Publicar un comentario