XIII – Posturas ante el drama de la tierra
1 – La renta, hecho de clase – La doctrina de la renta establece que el disfrute de una clase parasitaria, que consume y no trabaja, depende de un privilegio sobre el hombre, no sobre la naturaleza; o sea sobre el asalariado agrícola que debe dejar parte del fruto de su trabajo al grupo rentista.
El origen del fenómeno deriva de la dominación de clase sobre clase, de las condiciones y de las relaciones de producción. Si el derecho de propiedad sobre la tierra es derecho de aprovecharse del trabajo de hombres, la explotación y la opresión no cesan tanto si la tierra se convierte en propiedad de cada jornalero como si es propiedad de la nación-estado.
"Dos elementos hay que tener en cuenta: por un lado la explotación de la tierra con fines de reproducción y extracción y por otra el espacio, elemento de cada producción y de toda actividad humana" (Marx). El Comunismo es la revancha del espacio contra la altura. El desarrollo de la fuerza laboral y de la genialidad de la especie autoriza al Moloch del poder sobre la tierra, o sea del poder de clase sobre clase, a sacar un tributo; y esto sin que los terratenientes muevan un solo dedo o hayan accionado una célula nerviosa.
2 – El yugo y el zurriago producen – Puede verificarse el caso, poco interesante, de un monopolio "mercantil" que crea la Renta (un vino raro con un precio alto, con un sobrebeneficio del viticultor y con una Renta para el propietario afortunado).
En el caso del grano vendido por encima de su precio de producción, pero también por encima de su valor, es la Renta la que crea el monopolio por la barrera que la propiedad privada opone a la inversión de Capital en un terreno no cultivado sin pagar Renta.
Para Marx la falsa teoría de que la Renta sea aprovechamiento sobre los productos que no cuestan trabajo no pagado, viene avalada por el equívoco de que el "comprador de tierra" parece que haya comprado con moneda (que para la teoría de los equivalentes es trabajo cristalizado) los futuros productos o partes de ellos.
El aumento de la productividad del trabajo humano, en la fase histórica de la acumulación primitiva, se debió al hambre de poder y riqueza de la joven burguesía, pero también a su capacidad de arriesgar y de iniciativa. Pero según nuestra doctrina esto no era para siempre, con una duración indefinida. O el capitalismo, con su propia vía para crear Sobretrabajo social a base del trabajo asalariado en masa, cae, o bien se convertirá en una forma de producción tan parasitaria como el esclavismo, el feudalismo o el "terratenientismo".
Así como de la ganancia del manufacturero surge una explicación "jurídica" y "ética" del Interés del Capital durmiente, que la filosofía medieval condenaba como usura y delito, así "a los ojos del propietario de la tierra la Renta no es más que el justo Interés del Capital con el que ha adquirido el suelo que posee y su derecho a la Renta" (Marx).
La Renta no deriva de un "tardío aprovechamiento" de trabajo acumulado, sino de la explotación de clase, de la violencia física sancionada por la ley y el Estado.
3 – Asalariado, siervo, esclavo – Al tratar la renta de los terrenos destinados a la construcción, las minas y el suelo, Marx insiste una vez más en la poderosa determinación del programa revolucionario, que consiste en sustituir a la organización y a la gestión privada de la producción por una organización y gestión colectiva y social unitaria. Es erróneo contraponer una futura propiedad social a la actual propiedad privada. La propiedad es la existencia de propietarios y no propietarios, es la división en clases, es la dominación de clase sobre clase. Por esto "la tierra a la Nación" no es la fórmula agraria del comunismo. Es la Especie la que conducirá "Como un buen padre de familia" la gestión del Planeta Tierra" para dejárselo mejorado a sus hijos (Marx parafrasea una fórmula que se encuentra en todas las legislaciones modernas, y que a su vez son copia del derecho romano). La Especie, definida como una vida sin muerte, cultiva, gestiona y transmite a sí misma la naturaleza organizada, la corteza terrestre y cuanto hay en ella, sin preocuparle el tiempo, sin necesidad de registros de la propiedad.
4 – De espaldas a la historia – Queda pues claro que al pequeño poseedor de tierra, al pequeño colono trabajador, estrato social nunca protagonista, no le encontraremos en nuestro camino si desde la sociedad capitalista clásica y trinitaria avanzamos hacia la sociedad comunista.
El comienzo de la moderna Renta de la tierra tiene sus raíces, según Marx, en el mundo feudal. En él la producción agraria tiene un carácter "natural", o sea que no está basada en la relación mercantil, con un vínculo inmediato entre el trabajo y el consumo, cerrados en un territorio limitado presidido por el señor debido a la necesidad de seguridad en el cultivo. Además falta la circulación en el mercado y la transformación del producto en moneda.
Antes aún tenemos el tipo de producción de los señores asiáticos en los que los campesinos trabajan en común y pagan al señor un tributo en productos o en oro. El propietario se identifica con el Estado político: Renta en impuestos e impuestos son lo mismo. De esta manera Marx demuestra que históricamente el mercantilismo no es el único tejido conectivo posible entre producción y consumo.
El sistema medieval asegura que se produzca cuanto se necesite, con una buena correspondencia, entre el consumo de los trabajadores y el del señor y su corte. Su mayor defecto son los años de mala cosecha y la carestía o las invasiones enemigas.
La clase de los trabajadores agrícolas es la de los siervos, tipo social hoy desaparecido. El siervo cultiva su campo y tiene una modesta dotación de utensilios. Es obligado mediante la "renta en trabajo" a trabajar durante un tiempo determinado en la tierra del señor que hace suyo el producto. Es la servidumbre personal del campesino, que no puede abandonar su sitio ni el territorio del señor, cuya riqueza radica en el número de familias que él mantiene en la servidumbre.
La segunda obligación de los siervos es la entrega de partes del producto de la tierra cultivada directamente. Se pasa así de la forma primitiva de Renta en trabajo, la corvèe, a la segunda forma de Renta en especie, el diezmo, entregada al señor, al Estado o a la Iglesia.
5 – Del siervo al campesino autónomo – En el ámbito feudal el campesino trabajador comienza a conquistar una independencia económica, pero no social. Él, en un terreno estéril, debe producir un poco más de cuanto consume; o sea una parte para vivir y el resto para satisfacer las obligaciones feudales. Sobre un terreno más fértil puede almacenar una reserva de productos y más tarde en utensilios, en tierra, en casas o en ganado. Antes de la abolición revolucionaria y política de las relaciones feudales, los siervos ricos someten a otros siervos menores.
Pero la salida de la economía natural y la difusión del sistema mercantil tanto en la industria como en la agricultura se verifica a medida que la Renta en especie cede el puesto a la monetaria.
Se inicia una grandiosa evolución que, en la forma más pura, conduce a la agricultura capitalista integral con un mercado nacional y después internacional. SE forma la clase de los arrendatarios capitalistas y, por el contrario, la de los campesinos asalariados sin tierra ni dinero. La tierra se convierte en una mercancía comerciable, y con capitales acumulados en las ciudades se forman nuevos propietarios terratenientes, que o bien gestionan las tierras compradas o las alquilan a arrendatarios. La relación entre ciudad y campo se revoluciona en mayor medida por la sustitución del artesanado por la gran manufactura; por eso definimos al capitalismo como una revolución agraria.
Se invierte la dependencia entre ciudad y campo, la producción no está ya sometida al consumo natural, sino el consumo a la producción artificial. Comienza la bajada de los precios de las manufacturas y la subida de los precios de los alimentos.
En Italia menos que en otros sitios el campo había tiranizado a la ciudad. Fue la revolución liberal la que sometió políticamente a señores y campesinos obligando a pasar hambre a los estratos populares urbanos, embriagados de soberanía jurídica.
La evolución ha producido arrendatarios, asalariados y propietarios burgueses; pero ha visto también siervos acomodados y pequeños gestores de tierra transformarse en masas de propietarios autónomos trabajadores y de pequeños colonos, tributarios ahora del propietario de tierra burgués.
6 – La colonia parcial – El colono cultiva la tierra, que no es de su propiedad, y paga la Renta al propietario en dinero (pequeño alquiler) o en productos (el medianero, porque históricamente la cosecha era dividida a partes iguales entre el propietario y el trabajador). Al irse modificando con el tiempo las cuotas, mejor llamarlo "colono parcial".
Al pasar del pequeño colono arrendatario al capitalista que contrata asalariados, tenemos modernamente ricos colonos parciales, y sobre todo medianeros.
Entre el medianero y el propietario hay una antítesis de intereses acerca del canon a pagar en productos (Renta patronal), como la que había entre bracero y medianero acerca de la cantidad de salario. Con el tiempo el medianero se aleja del campesino y se acerca al arrendatario capitalista con una lucha entre tres partes que en la Italia de preguerra se configura políticamente así: propietarios (agrarios) clericales o liberales; medianeros republicanos (camere del lavoro "amarillas"); jornaleros socialistas (camere del lavoro "rojas") y también católicos (ligas "blancas" en el Veneto).
Examinemos al medianero que cava la tierra con una relación económica de producción rural no capitalista pura. En cuanto el propietario se retira, explica Marx, puede constituir tanto la Renta de la tierra como una parte de Beneficio del capital. Todo lo que realiza el medianero puede constituir el Salario, pero también una parte del Beneficio de empresa (parte de los medios de trabajo son suyos). Renta, Beneficio y Salario no están claramente limitados como sucede con el arrendatario capitalista. Pero para el colono parcial que paga la Renta en productos es relevante la "retirada de la circulación de una gran parte del valor producido" (Marx).
La revolución capitalista es completa cuando todo el producto del trabajo en mercancía y después en moneda entra en un vasto círculo único en el que la producción crece y el consumo disminuye. Solamente se supera el mercantilismo apoyándose en la fusión, en este inmenso magma, de las antiguas islas de producción y consumo.
En la medianería el producto se consume fuera del círculo general de la mercancía. Queda de esta manera establecido que la colonia parcial (medianería) es una forma retrógrada, sobre todo en el paso hacia el comunismo, respecto a la empresa rural mediante trabajo y salario.
7 – Las sustracciones al círculo – La formación y la extensión de los mercados es el hecho central del surgimiento de la economía moderna; y también del curso histórico de la burguesía, que de manera revolucionaria transformó formas de vida y de actividad.
La economía capitalista se convierte en un hecho social, cerrado en los límites de la ley del valor de cambio, único vehículo para establecer el equilibrio entre esfuerzos laborales y necesidades. El centro de la doctrina y del programa marxista demuestra que el desarrollo del capitalismo hace ineluctables nuevas soluciones en el sentido del abandono para siempre de compensaciones dentro de círculos locales con el resultado, para un mayor rendimiento del trabajo general, de la conveniencia en disponer de todos los productos para todos los consumos sin compartimentos estancos y sin el recurso a la equivalencia monetaria, que suministra solamente la ilusión de un resultado similar condenando cualquier isla de trabajo dentro de los límites de su productividad material local.
El socialismo es la organización de la producción dentro de un plan unitario de las necesidades sociales.
Queda superado el hecho de que cada fábrica o terreno consuma para sus trabajadores cuanto produzca; y peor que los balances de naciones, provincias, ciudades o pueblecillos, caigan en utopismos propios de sindicalismos, localismos o empresismos que nada cambian.
Con el capitalismo industrial la humanidad, en lo que se refiere al rendimiento del esfuerzo del trabajo, ha dado un paso de gigante – excluyendo de su disfrute a la clase trabajadora – porque para los productos manufacturados los medios más potentes y rentables han sustituido a los anticuados (aparte de la más que fundada crítica del proceso de complicación de las necesidades).
Esto ha sucedido por doquier, pero con una limitación. Allí donde no hay naturalmente una Renta, hasta que el curso ineluctable del ciclo capitalista no genera artificialmente el fenómeno renta. He aquí por qué no se ha dado un resultado lejanamente parangonable al de la esfera de las manufacturas en el ámbito agrario; y he ahí porque el ciclo capitalista ya es regresivo a todos los niveles, aunque siga incrementado la producción de manera gigantesca.
Allí donde hay renta, o sea monopolio – debido a la fuerza política de clase organizada en los poderes públicos – el proceso según el cual la forma productiva más útil aplasta a la menos útil, se invierte hasta que el capitalismo sea destruido.
En este sistema rige la ley según la cual todo esta regulado por el sistema peor, por el terreno más estéril, en él la tecnología duerme un sueño de cinco, diez siglos, en contraste con la fiebre de cambiarla en otros campos con brevísimos ciclos de "amortización".
8 – Triste arcadia – El estancamiento del progreso agrícola choca contra el enorme crecimiento de la población mundial, algo desconocido en el mundo pre-capitalista que daba más pan.
Toda la patología del capitalismo, que obsesiona las grandes aglomeraciones, y que apesta con menos ferocidad los campos, suscitando allí menores necesidades sobre todo en la esfera de las inútiles y morbosas. Y el trabajo al aire libre, que no merece las apologías literarias que siempre le han rodeado, trae consigo unos extremos terribles de miseria y degeneración humana – y sobre todo donde la pequeña agricultura, hipócritamente admirada, domina – sin embargo no presenta condiciones críticas e inhumanas de aplastamiento del hombre trabajador y no lo obliga, en línea de máxima, a condiciones despiadadas de ambiente y de esfuerzo, si no muscular, nervioso.
La agricultura con la barrera de la Renta se ha quedado atrasada; la industria, que carece de ella, ha agrupado muchísimos trabajadores en ambientes sofocantes, pero sin embargo ha llevado a todos a las condiciones del caso menos primitivo y más perfeccionado.
El fenómeno Renta influye en el campo de las viviendas urbanas ya que el monopolio de sus edificadores empuja a costes de construcción y de uso que inciden de modo decuplicado en el tenor de vida proletario, ya que en los límites del capitalismo se dan todo tipo de contramedidas.
Pero es en la industria extractiva donde la Renta de la tierra impera con feroz actualidad.
9 – Ribolla, la muerte diferencial – En la mina de lignito de Ribolla, en Toscana, han muerto 42 trabajadores. Estaba mal acondicionada, próxima a agotarse y no merecía la pena gastar dinero en la modernización de sus instalaciones: debía cerrarse y eso traía consigo paro y hambre para Ribolla, ya que era su única fuente de ingresos. Los procedimientos extractivos eran los de hace siglos. La solución de dejarla abierta es digna de los principios que rigen el sistema capitalista: efectivamente los muertos no comen.
Respecto a otros países ricos en minerales de calidad, a Italia sólo le queda lignito y algo de turba, y son minas de fertilidad inferior, que regulan bien el precio internacional y mantienen alto el de las antracitas, que es la que hace pagar el pool del carbón, el rentier de la extracción europea de combustibles y minerales, caldo de cultivo del sobrebeneficio capitalista en las materias primas de la muerte militar y civil.
Los combustibles que se extraen de las entrañas de la tierra provienen de la digestión geológica de vegetales de sabanas y bosques. Son más o menos ricos en carbono y con diversa capacidad calorífica. Las necesidades italianas están entre 12 y 15 millones de toneladas anuales, pero la producción es sólo de 2. Mussolini quería elevarla de los 3 de 1939 a 4, equivalentes a 1/3 de las necesidades. En 1942 se alcanzaron los 5 millones.
La antracita mejor llega a 9.000 calorías/kg; la turba previamente desecada, a 3.000.
Los precios internacionales varían con la eficiencia calorífica en razón de 2.000 liras por cada mil calorías. Esto equivale a decir que el mineral peor, y por tanto la mina menos fértil, regula el mercado general.
10 – ¡Política económica! – El gasto de extracción del carbón Sulcis, malísimo, es de 11.700 liras netas por tonelada, y se pierden con él unas 4.000 liras por tonelada: una Renta que no se aprovecha. Al gasto neto de capital constante y de salarios se añade el Beneficio de las sociedades mineras y también una Renta "absoluta", que paga el proletariado: este juego cuesta al Estado 4 millardos anuales. En estas absurdas condiciones la producción aumenta y la empresa almacena montañas de este carbón pésimo.
La diferencia entre el precio individual de producción del Cardiff (unas 12.000 liras) y el valor de mercado, 6 por 12.000, constituye renta diferencial para esas minas. Pagarán salarios más altos, pero como tienen mejores maquinarias las toneladas/año por cada unidad productiva son muchas más.
La mayor bestialidad, la demagogia económica más imbécil, no es denunciar la Renta, el Sobrebeneficio, el Beneficio de las sociedades capitalistas, que sólo se pueden combatir en el terreno de la organización social y política de toda Europa, y no con maniobras mercantiles y legislativas, sino reclamar que las minas no rentables, sigan abiertas pidiendo el absurdo de dotarlas con costosas instalaciones de seguridad, sabiendo que están casi agotadas. Esto es lo que piden para recabar votos los partidos; saben, como lo saben los capitalistas, que el saldo pasivo irá a cargo del Estado italiano, o sea de los trabajadores italianos.
Con estos movimientos tan necios el mundo de los negocios gana dinero a espuertas.
Si el desarrollo lógico de las leyes económicas del capitalismo empresarial acaba en tragedia, no se aprovecha la situación para despertar en la clase proletaria la posesión de la doctrina de clase revolucionaria, sino que se busca la "responsabilidad", la culpa de un determinado dirigente capitalista, el escándalo, oxígeno supremo de esta impávida Italia postdonghiana.
Si el capital italiano, pobre subsección del capital mundial, pero rica en experiencias y expedientes por herencia histórica, celebrase un concurso para buscar el modo mejor de mantener alejada a la clase obrera del retorno a posiciones revolucionarias, el primer premio lo recibiría con creces el estalinismo italiano, con sus maniobrismos y su lenguaje, cada vez más rufianesco.
El programa comunista nº10 del 14 de mayo de 1954
Siguiendo el hilo del tiempo
Amadeo bordiga
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