LECCIONES DE LAS CONTRARREVOLUCIONES
Amadeo bordiga
Lecciones de las contrarrevoluciones
Introducción
Reunión de Nápoles: 1 de setiembre de 1951
Lecciones de las contrarrevoluciones
Revoluciones dobles
Naturaleza capitalista-revolucionaria de la economía rusa
Sumario
Informe detallado
Tipos de contrarrevoluciones
Del feudalismo al capitalismo
Del capitalismo al socialismo
Naturaleza capitalista revolucionaria de la economía rusa
Esquema del centralismo marxista
Llamamiento para la reorganización internacional del movimiento revolucionario marxista
Notes
Source
Lecciones de las contrarrevoluciones
Introducción
La reunión general del Partido del 1° de setiembre de 1951 en Nápoles tuvo por tema las Lecciones de las contrarrevoluciones, no solo y no tanto para responder a dudas e incertidumbres de camaradas acerca de la correcta valoración de la naturaleza de la economía rusa y de su desarrollo histórico, sino también para restablecer los criterios fundamentales que, según el marxismo, definen los grandes modos históricos de producción y el recorrido - no siempre lineal ni privado de detenciones y retrocesos - por el que de un modo de producción se ha pasado o se pasara al otro.
Como siempre, se trataba de reafirmar, frente al trágico epilogo de la gloriosa revolución bolchevique, la integridad de la doctrina marxista que excluye la existencia de tipos de relaciones de producción «alternativos» entre el capitalista y el comunista, y la correspondiente entrada en escena de una «nueva» clase o «casta parasitaria» (en el caso en cuestión: la burocracia). Se pretendía también explicar en virtud de qué condiciones objetivas e internacionales la revolución rusa, que nace integrando dos revoluciones (la antifeudal y la antiburguesa), no ha podido superar, a pesar de la resplandeciente victoria política proletaria y comunista de Octubre, el marco económico y social burgués, lo que de ningún modo es desmentido por la estatización de la industria.
Esto no quita nada al resultado revolucionario en sentido antifeudal de ese acontecimiento grandioso, pero también permite esclarecer la realidad dramática de la contrarrevolución que convencionalmente toma el nombre de Stalin, en la que ha faltado (hecho históricamente no nuevo) el tradicional aspecto del choque frontal entre dos clases en el Área rusa; y en la que, por la falta de ayuda de la revolución en Europa, tuvo lugar la destrucción incluso física del partido mundial de clase, con efectos a largo plazo difícilmente reversibles.
El carácter proletario y comunista de la revolución de Octubre debía y debe ser buscado en la naturaleza de su dirección política, en el ejercicio de la dictadura por obra del partido bolchevique que trabajaba en función de la revolución mundial y, en el frente interno, de la guerra civil contra la burguesía vencida pero sostenida en el desesperado esfuerzo de supervivencia y de reconquista por la burguesía internacional, y, ademas, contra los residuos del feudalismo zarista. Seria vano buscar ese carácter en sus medidas económicas que en los años de esplendor podían ser definidas legítimamente como «socialistas» en un doble sentido: en determinados sectores, por las exigencias y por la sola duración de la guerra civil, tuvieron un carácter antimercantil; en otros, sometieron la gran industria y el comercio al control y al manejo directo de un Estado que tendía a utilizarlos para los fines y en interés de la victoria de clase del proletariado en todos los países. Empero, por su contenido real, no podían sin aquella victoria salir de los limites del capitalismo que tiende hacia el limite extremo del capitalismo de Estado, superando en áreas geográficas enteras del inmenso territorio ruso formas no solo precapitalistas, sino directamente patriarcales y «naturales».
Es indudable que el texto publicado aquí trata parcialmente la vastisima y complicada cuestión de la «Estructura económica y social de la Rusia de hoy», como harán luego el texto homónimo del Partido, el «Dialogato con Stalin», el «Dialogato coi morti», «Rusia e rivoluzione nella teoria marxista» y «Bilan d'une révolution». También puede contener fórmulas susceptibles de engendrar equívocos, que luego serian precisadas mejor y que hemos tratado aquí de completar con algunas notas. Sin embargo, es fundamental no solo para el análisis teórico profundizado de los diversos tipos históricos de contrarrevolución: sino también para la síntesis bien precisa de las características distintivas de los modos de producción feudal, burgués y comunista, síntesis de vital importancia para destruir la infame mentira stalinista que bautiza como socialista a la industrialización capitalista bajo la égida del Estado, y que en esto pretende encontrar la justificación teórica de la suprema blasfemia de la «construcción del socialismo en un solo país».
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Reunión de Nápoles
1 de setiembre de 1951
Lecciones de las contrarrevoluciones
Revoluciones dobles
Naturaleza capitalista-revolucionaria de la economía rusa
Sumario
1 - Tanto la aparición de formas de dictadura del capital como la disolución del movimiento comunista internacional y la degeneración completa de la revolución rusa no son «sorpresas de la historia», cuya explicación exija modificar la línea teórica clásica del marxismo.
2 - Los impugnadores frontales del marxismo en cuanto teoría de la historia son preferibles a sus «remendadores» y «enriquecedores», quienes son tanto más nocivos cuanto que se valen de una fraseología no colaboracionista, sino extremista. Según estos últimos, serian necesarios variantes y complementos críticos para corregir lo que ellos llaman los fracasos e impotencias del marxismo. Estamos en un evidente periodo de contrarrevolución social y política; pero, al mismo tiempo, de plena confirmación y de victoria crítica.
3 - El análisis de la contrarrevolución en Rusia y su reducción a fórmulas no es un problema central para la estrategia del movimiento proletario en el nuevo ascenso revolucionario que se espera, puesto que no se trata de la primera contrarrevolución; el marxismo ha conocido y estudiado toda una serie de ellas. Por otra parte, el oportunismo y la traición de la estrategia revolucionaria tienen un curso diferente al de la involución de las formas económicas rusas.
4 - No solo el estudio de las contrarrevoluciones burguesas pasadas, sino también el de las contrarrevoluciones feudales en detrimento de la burguesía insurrecta, conducen a la determinación de diferentes tipos históricos: derrota total, militar y social a la vez (guerra de los campesinos alemanes de 1525); derrota militar total, pero victoria social (derrota de Francia en 1815 por parte de la coalición europea); victoria militar, pero involución y degeneración de las bases sociales (destrucción del capitalismo italiano a pesar de la victoria de las Comunas asociadas en Legnano contra el Imperio feudal).
5 - Para clasificar el tipo de la contrarrevolución rusa, en la cual faltó manifiestamente la invasión y la derrota militar por parte de las potencias capitalista si debe examinarse el tejido económico ruso y su evolución que «tiende» al capitalismo en un doble sentido, político y económico, sin alcanzarlo totalmente y sin superar (pues sólo en la ciudad lo logra) el estadio de lo que se ha llamado, con razón, «industrialismo de Estado».
6 - Para eso es necesario restablecer aún conceptos marxistas elementales: a) definición del feudalismo como economía de producción parcelaria y de intercambio no mercantil; b) definición del capitalismo como economía de producción en masa y de intercambio mercantil integral; c) definición del socialismo como economía de producción en masa y de distribución no mercantil, distribución racionada pero ya no monetaria en el estadio inferior e ilimitada en el estadio superior.
7 - La lucha de clases en el estadio capitalista no es la lucha por la simple reducción del quantum de plus valor, sino por la conquista y el control social de todo el producto del cual el trabajador individual ha sido sanguinariamente expropiado. La clase obrera lucha por conquistar todo lo que hoy forma la riqueza y el valor de las instalaciones y de las masas de mercancías: el capital constante, es decir, la herencia del trabajo de las generaciones pasadas usurpadas por la burguesía; el capital variable, o sea, el trabajo de las generaciones presentes, explotadas en su mayor parte por la burguesía; el plus valor, que hay que reservar a las generaciones futuras para la conservación y la extensión de los equipos productivos, hoy monopolio de la burguesía. Estos tres factores son dilapidados continuamente por la anarquía capitalista.
8 - El capitalismo de Estado no es una forma económica nueva ni una forma de transición al socialismo: es capitalismo puro, y apareció con todas las formas del monopolio en el periodo de victoria de la burguesía sobre los poderes feudales. Por otra parte, la relación capital-Estado se encuentra en la base de la economía burguesa en todas sus fases.
9 - La visión marxista de la historia se derrumbaría si en lugar de reconocer un único tipo de relaciones capitalistas de producción que va de una revolución a otra, se admitiesen diferentes tipos sucesivos. Y esto es válido también para todos los otros modos de producción precedentes.
10 - Tal como la revolución alemana de 1848, la revolución rusa debía ser la integral de dos revoluciones: antifeudal y antíburguesa. En su lucha política y armada, la revolución alemana fracasó en el cumplimiento de ambos objetivos, pero socialmente prevaleció la primera: la antifeudal, es decir, la del paso a las formas capitalistas. La revolución rusa triunfó política y militarmente en ambas revoluciones y por esta razón llegó más lejos. Pero en el plano económico y social permaneció en el mismo nivel que la revolución alemana, limitándose a llevar adelante la industrialización capitalista del territorio que controlaba.
11 - Luego de la gran victoria política surgieron pocos sectores de economía socialista y, desde la época de Lenin con la NEP, hubo que renunciar a ellos en ausencia de la revolución internacional. Con el stalinismo se renunció a la revolución internacional, intensificando la transición hacia el gran industrialismo, tanto en Rusia como en Asia. Elementos proletarios por un lado, y feudales por el otro, tienden al capitalismo.
12 - Todo esto surge de un análisis de la economía soviética hecho en base a los criterios establecidos anteriormente. La perspectiva de una tercera guerra mundial tampoco es un problema central del nuevo movimiento revolucionario. Dada la convergencia de las dos cruzadas antifascistas (contra las cuales los núcleos proletarios revolucionarios se mantendrán irreductiblemente enemigos), la occidental en sentido democrático y la oriental en el falso sentido proletario, la situación durante la guerra será contrarrevolucionaria. Esta será igualmente contrarrevolucionaria, durante un cierto periodo, antes de una nueva guerra, en el caso de un acuerdo entre Rusia y las potencias atlánticas sobre bases económicas y territoriales. El método del sometimiento colonial del país vencido asegurará un equilibrio contrarrevolucionario en el período pos bélico en la medida en que venza el imperialismo más equipado y de mayor continuidad histórica. Así como el peor desenlace de la primera guerra mundial fue la victoria inglesa y el de la segunda la victoria angloamericana, la victoria americana seria la peor solución en la tercera.
Informe detallado
1 - En el informe presentado en Roma a la reunión de Partido del l.IV.1951, el cual ahora se intitula «Teoría y acción en la doctrina marxista» (referirse, en particular, al capitulo «La inversión de la praxis en la teoría marxista» y a los gráficos I y II del Apéndice en el opúsculo «Partido y clase», Ed. Programme Communiste, Paris, 1974), se restablecieron los conceptos marxistas contra múltiples construcciones intelectualoides que pretenden que a una fase ascendente del capitalismo debe suceder una fase descendente.
La perspectiva expuesta por Marx no es la de un ascenso seguido de una declinación del capitalismo, sino la de una exaltación contemporánea y dialéctica a través de oscilaciones violentas y de rupturas periódicas de la masa de fuerzas productivas que el capitalismo mismo controla, de su acumulación y concentración ilimitadas y, al mismo tiempo, de la reacción antagónica constituida por una de las fuerzas dominadas, la clase proletaria. En otros términos, el potencial productivo continúa creciendo hasta tanto no se rompa el equilibrio y se abra una fase revolucionaria explosiva en el curso de la cual, durante un periodo muy breve de caída brusca, las antiguas formas de producción son destruidas y las fuerzas de producción caen para darse una nueva base y volver a tomar un ascenso más potente.
Se demostró cómo en la visión opuesta de una curva moderadamente sinuosa, en la que a la fase de ascenso gradual sucede una fase de descenso gradual, en el fondo de la cual se encuentran la agonía fatal del capitalismo y el paso casi automático del poder a la clase proletaria, están contenidos los dos errores: el gradualismo y el fatalismo. Y ya que la justa interpretación del desarrollo histórico postula como factor decisivo de la fase de violenta ruptura de la dinámica capitalista la intervención de la acción revolucionaria, se ilustró el proceso a través del cual, por un lado, los impulsos fisiológicos elementales de los individuos, de los trabajadores y, por consiguiente, de la clase, se ligan a los intereses económicos, a la acción y sólo después a la conciencia, dirigiéndose y confluyendo hacia el partido; por otro, sólo el partido consigue «invertir el sentido de la praxis» y sólo en él, dentro de ciertos limites, es posible que la conciencia preceda a la acción.
De este modo, se volvieron a poner en su lugar en el plano teórico los factores objetivos y subjetivos de la explosión revolucionaria que madura en el seno del nuevo y tempestuoso ascenso de la economía capitalista, después de la caída vertical de la segunda guerra imperialista y del triunfo paralelo de la contrarrevolución «stalinista».
2 - Luego de la reunión de Roma, y para responder al problema de las escisiones del stalinismo en Italia y Francia, se hizo sentir la necesidad de recapitular en un «Llamamiento para la reorganización internacional del movimiento revolucionario marxista» (1) las posiciones esenciales sobre las cuales podía concebirse un reagrupamiento internacional de los grupos constituidos sobre la base del marxismo revolucionario, posiciones que se hallan en neto contraste con la de esos grupos escicionistas que, más de una vez, son una emanación directa o indirecta del pilar del imperialismo: los Estados Unidos de América.
3 - Se hicieron dos observaciones criticas al proyecto de este manifiesto, que por su naturaleza misma no podía ser de orden personal:
1°) se consideraba insuficiente la primera afirmación del parágrafo 5 del «sumario» que precede al presente informe amplio, en el cual se declara que en Rusia «la economía social tiende al capitalismo»;
2°) no se aceptaba que el imperialismo americano fuese calificado como la fuerza fundamental de la contrarrevolución, o al menos la afirmación de que su derrota poco probable fuese considerada objetivamente preferible en una próxima guerra.
4 - Tal como lo dijimos en la reunión de Nápoles del 1.IX.1951, para responder a estas criticas no podemos limitarnos al marco estrecho en el cual ellas se plantean: es preciso encuadrar estas criticas en el problema más vasto del examen del actual proceso contrarrevolucionario. Esto nos lleva a volver a poner en su lugar algunas posiciones fundamentales del marxismo aplicadas a períodos particularmente significativos de contrarrevolución, que conciernen no solo a la clase proletaria, sino también a la clase burguesa y a la fase misma de su constitución primitiva en clase dominante.
5 - Ante todo, debemos reaccionar enérgicamente contra el hecho de que las críticas que se hacen al stalinismo no tengan como resultado una cristalización de energías encuadradas sólidamente en torno a las tesis fundamentales del marxismo, sino una deplorable confusión sobre los principios que, sin embargo, deberían considerarse como definitivamente establecidos.
Un ejemplo detestable de esto es la charlatanería sobre una tercera fuerza o tercera clase - la «burocracia», los «tecnócratas» -, a la cual debemos responder que el marxismo debe ser aceptado o rechazado en bloque: éste no tiene necesidad de remiendos ni de reparaciones, que constituyen la peor de las deformaciones de la teoría revolucionaria.
6 - Es necesaria la mayor prudencia sobre el problema ruso. Si bien es cierto que el trabajo hecho a partir del desarrollo de la lucha de clases permite confrontar las formulaciones fundamentales del marxismo con las nuevas formas de aquélla, también es cierto que para lograr este resultado - que algunos pueden considerar demasiado modesto o insignificante - es necesario oponerse a la manía que se ha apoderado de demasiados grupos y militantes y que consiste en querer buscar la clave de problemas arrancados de su contexto general y en creer haberla encontrado en una frase o, peor aún, en una receta. Repetimos una vez más que no se trata, en este caso, del problema ruso, sino de aquel mucho más vasto y general: el de la contrarrevolución.
7 - Los hechos demuestran que desde la Universidad donde presumimos encontrarnos para tratar los altos problemas acerca de lo que sucede en Rusia, debemos volver a la escuela secundaria, o aún a la primaria, para restablecer las nociones de capitalismo e incluso de feudalismo, ya que por otra parte no se puede comprender correctamente el primero si no es en relación al segundo.
8 - Es falso, y por eso mismo incorrecto, pensar que el problema de «lo que ha ocurrido y de lo que ocurre en Rusia» pueda ser encerrado en la alternativa: capitalismo o socialismo, o en aquella otra que plantearía el «remedio» de la tercera fuerza o de la tercera «clase». Es cierto que la crítica dirigida a la expresión «tiende al capitalismo» exige que sea precisado de donde parte en el tender hacia; pero ella no debe llevarnos a quedarnos en el problema ruso, sino por el contrario a replantear este problema en el marco general del examen de la contrarrevolución.
El marxismo no es la doctrina de las revoluciones, sino la de las contrarrevoluciones: todos saben orientarse a la hora de la victoria, pero pocos son los que saben hacerlo cuando la derrota llega, se complica y persiste.
9 - Lo que prueba que el problema ruso no puede ser reducido a sus propios limites es el hecho de que aunque Stalin se ubica a la izquierda de Lenín en el campo económico y en el de las medidas a adoptar en Rusia, él se halla a la derecha en el campo de la política interna y sobre todo internacional. Lenín mismo había considerado la entrada del capital extranjero en Rusia a través de las concesiones, pero nunca planteó una alianza con los Estados capitalistas, que es lo que Stalin hizo en 1939 con Alemania, en 1941 con Inglaterra y luego con los Estados Unidos. Los dos cursos, el económico y el político, no coinciden.
Tipos de contrarrevoluciones
10 - Un primer tipo de victoria de las contrarrevoluciones es aquel en el que la derrota militar y política, lejos de determinar su detención, se acompaña del desarrollo de la victoria de la clase revolucionaria en el campo social y económico. Inglaterra, país ya capitalista, hace una alianza con las potencias feudales y derrota a Napoleón, pero a través de la Restauración de 1815 se asiste a la consolidación de la clase burguesa en Francia. Las derrotas de las revoluciones burguesas de 1848 evocan el desarrollo y no la detención del avance de la clase capitalista.
11 - Un segundo tipo es aquel en el cual coinciden la derrota militar y social de la burguesía. La guerra de los campesinos de 1525 en Alemania, analizada por Engels, muestra la traición de los burgueses de las ciudades que abandonaron a los campesinos a las represalias y a la represión, de las cuales resultó una victoria política y social del feudalismo que pudo permanecer en el poder tres siglos más, reforzando así la forma social de la servidumbre de la gleba.
12 - Un tercer tipo es aquel en el cual, sin choque armado, sin derrota política, la clase burguesa registra una derrota en el plano económico y social. Por ciertos rasgos, la caída de las Comunas puede relacionarse con la caída de la revolución rusa. Marx veía en las Comunas, en Italia y en Flandes, la primera afirmación de la clase burguesa. En Italia central y septentrional, las comunas estaban muy desarrolladas y respondían también a las posibilidades ofrecidas a esta primitiva burguesía que ni los pequeños señores locales ni los ejércitos de Francia y Alemania lograron vencerlas. Su caída estuvo determinada por el descubrimiento, a fines del siglo XV, de nuevas vías de comunicación y por el contemporáneo desplazamiento del centro de la vida económica.
13 - Estos tres tipos diferentes del desarrollo de las contrarrevoluciones históricas demuestran, por una parte, la imposibilidad de conectar de manera puramente formal el proceso económico al político; y, por otra, la gran complejidad de este problema esencial de las contrarrevoluciones. Debemos explicarnos no el pretendido enigma ruso, sino por qué, luego de la segunda guerra imperialista, no hemos tenido una ola revolucionaria proletaria, sino el desarrollo de la contrarrevolución. Debemos examinar el comportamiento de la burguesía, la política del stalinismo, y sobre todo basarnos en el hecho de que el capitalismo, instruido por la primera posguerra (donde la explosión revolucionaria tuvo lugar en los países derrotados militarmente), ocupa y mantiene la ocupación de estos países vencidos. Este es el examen que debe ser hecho; las vacilaciones sobre las cuestiones de principio ligadas al problema sindical nos prueban que debemos atenernos a él.
14 - En lo que concierne a la clase proletaria, tenemos en primer lugar la derrota de Babeuf en 1796; más tarde, la de Paris y Lyón en 1831, a la que siguió la fundación de la Liga de los Comunistas (1836-1847); la de 1848 a la que sucedió la fundación de la I Internacional (1864); el estrangulamiento de la Comuna de París (1871), al cual sucedió la constitución de la II Internacional (1889); la bancarrota de la II Internacional en 1914, a la que siguió la victoria de 1917; y, por último, la victoria de la contrarrevolución en 1928.
15 - Luego de estas referencias históricas es necesario proceder al restablecimiento de alguna de las posiciones fundamentales de la doctrina marxista. Es necesario no plantear como esencial el problema del análisis de las situaciones ni el de las perspectivas, como si el proletariado estuviese desprovisto de éstos desde hace un siglo. La reunión de Roma del l.IV.1951 se colocó sobre este terreno sólido e ilustró la realidad del proceso histórico que determina el choque revolucionario y los conceptos fundamentales del desarrollo de la lucha social. Si bien admitimos que esta lucha asume nuevos aspectos en la fase del totalitarismo capitalista, en la cual el Estado burgués funda sindicatos, no deducimos de esto la invalidación, sino la confirmación de los principios del marxismo incluso en este terreno, y enfocamos los problemas actuales sobre la base de la actual y temporal victoria de la contrarrevolución. La reunión de Roma puso también en evidencia el carácter distintivo de nuestra corriente que, si bien fue antiparlamentaria, lejos de ser antisindical preconizó el más amplio y sistemático trabajo en los sindicatos. Finalmente, la reunión concluyó que una fase prerrevolucionaria es inconcebible sin una lucha de la clase proletaria por intereses económicos, sin organizaciones que abarquen amplios sectores de trabajadores, sin un partido de clase que encuadre si a una minoría del proletariado, pero que tenga una influencia sobre el conjunto de este proletariado y se apoye en las determinaciones económicas y en las organizaciones sindicales.
16 - La presente exposición responde a la exigencia de una explicación más completa de los conceptos del marxismo que, una vez más, y tal como resulta de la dificultad misma de asimilarlos hasta en las filas de nuestra organización, son llamados a escena por la confusión ideológica y la amenaza de la aparición de desviaciones. El nudo de la cuestión es que si bien existen tres fases en la época capitalista (la revolucionaria, la pacífica y la totalitaria), existe sin embargo un solo criterio de interpretación y un único tipo de capitalismo a través del cual éste vence, se desarrolla y finalmente caerá. No debemos olvidar que el reformismo se inició justamente con la afirmación y con la pretensión de probar que nada es fijo, que todo se transforma por la vía molecular, que el capitalismo de 1895 ya no era el de 1789. El marxismo respondió y responde que existen efectivamente momentos de crisis, pero que éstos no originan diversos tipos de capitalismo. La historia es la historia de los tipos de formas de producción; y, en cada uno de éstos, con el crecimiento de las fuerzas de producción, crece también la resistencia de las formas de producción, el espesor de la caldera de estas formas. El capitalismo es constante y no flexible; no se adapta ni se dilata; sino que, finalmente, se lo destroza y se lo destruye.
17 - Existen fases pero no tipos de capitalismo, aunque el mecanismo real de la sociedad no se caracterice por un tipo puro en el tiempo (es decir, que se extendería inmediatamente a todo el mundo) y en el espacio (o sea, que eliminaría automáticamente a todas las clases preexistentes y derrotadas dentro de cada país), sino que se caracteriza por un tejido mixto de diversas formas de producción. Engels llega incluso a decir que en ciertas circunstancias históricas hasta puede ser difícil individualizar a la clase que detenta realmente el poder del Estado. En Inglaterra, por ejemplo, un país altamente capitalista, coexisten no solo numerosas formas de producción artesanales, sino hasta formas de producción prefeudales en Escocia. Lo mismo ocurre en los Estados Unidos, donde el Este industrial coexiste con el Oeste preponderantemente agrícola.
18 - Para explicar las tres fases de la época capitalista (la revolucionaria, la de consolidación y la de defensa contra la amenaza de la revolución proletaria) no es necesaria la presentación de los figurines de moda que son utilizados por la burguesía para alejar la visión del derrocamiento revolucionario. Con la misma definición del capitalismo se explica el Cromwell de 1652, el 1789, el 1848 y Stalin mismo. Por consiguiente, es necesario establecer primero las características distintivas y esenciales del tipo de relaciones de producción capitalista-burgués, para poder ver después las diferentes formas en que se presenta en la estructura social de los distintos países del mundo y en las diversas relaciones de influencia y de lucha con los modos de producción que lo precedieron y lo seguirán. Sobre todo, las diversas relaciones históricas esenciales son las que nos hacen hablar de fases diferentes: la burguesa revolucionaria, en la cual la lucha está dirigida contra las formas feudales y en la que la alianza política con la nueva clase obrera, el Cuarto Estado, es total; la intermedia, en la que el capitalismo parece aceptar las justas exigencias legales de los trabajadores; la contrarrevolucionaria, en la cual todas sus fuerzas están dirigidas a impedir que el proletariado la destruya política y socialmente.
Para comprender lo que sucede cuando una tentativa proletaria de conquista del poder es derrotada, no basta conseguir el juego de las fuerzas y de las organizaciones políticas, policiales o militares, sino que es necesario representarse el cuadro de los tipos históricos de la economía social que están presentes en el marco del país considerado, y preguntarse cuáles progresan y cuáles no.
Por tanto, antes de descifrar la contrarrevolución en Rusia, es necesario reafirmar los caracteres fundamentales propios del tipo capitalista de producción, volviendo a las bases de los textos marxistas fundamentales. Pero esto no es suficiente: habrá que remachar el carácter del precapitalismo clásico, del régimen feudal. A esto dedicaremos los conceptos desarrollados en el curso de esta exposición (párrafos del 19 al 38).
Del feudalismo al capitalismo
19 - Más de una vez, en los textos de la Izquierda, hemos distinguido tres fases sucesivas de la época capitalista: la fase revolucionaria, la fase pacífica, la fase «totalitaria».
20 - Este concepto debe ser esclarecido y puesto en concordancia con la tesis esencial del marxismo: el capitalismo es siempre uno, del nacimiento a la muerte.
21 - El antagonismo entre la teoría evolucionista y nuestra teoría revolucionaria consiste en lo siguiente: para la primera, todo tipo histórico de sociedad se modifica gradualmente hasta transformarse insensiblemente en otro distinto; para la segunda, un tipo dado de relaciones de producción se mantiene tal como surge de una explosión revolucionaria provocada por la alta tensión de las fuerzas productivas, hasta la explosión siguiente donde es destruido por nuevas fuerzas de producción suscitadas por él.
22 - Así, pues, una vez bien establecido el antagonismo entre el sistema de relaciones de producción precapitalista, feudal, y el sistema burgués, las mismas características definen todo el período histórico que se desarrolla hasta el claro antagonismo sucesivo entre las relaciones de producción burguesa y la sociedad socialista: no existen subespecies del tipo social burgués o capitalista.
23 - Para entender correctamente tal enunciado no hay que olvidar que si la revolución burguesa tiende ya a ser contemporánea en el mundo entero, y si la revolución proletaria tiende a serlo de manera mucho más marcada, existen sin embargo situaciones muy diferentes entre las diferentes partes del mundo habitado.
24 - Obviamente, en el examen de estas situaciones es necesario tener presente:
1) la coexistencia en el mismo país de diferentes tipos fundamentales de técnicas productivas (servidumbre de la gleba, pequeña agricultura libre, artesanado libre, industria y servicios colectivos);
2) la coexistencia de diferentes clases sociales (que siempre son más que las dos clases protagonistas del paso histórico en curso);
3) la relación política de fuerzas con respecto a la clase que está más armada, que es más autónoma y que sojuzga a las otras.
25 - Cuando se examina el curso histórico de la época capitalista en ciertos países, grupos de países o continentes, se reconoce indudablemente la sucesión más o menos complicada no solo de diferentes relaciones de fuerza (antes aún, de la extensión y contracción de los sectores de los diversos tipos productivos), sino también una serie de avances y repliegues tanto sociales como políticos de la misma clase en la lucha por imponer su propio tipo de relaciones de producción.
26 - En los sucesivos tiempos históricos del dominio de la burguesía, como por ejemplo en Francia, en Inglaterra, en Europa, etc., existen pues una serie de diferencias en cuanto a la difusión del industrialismo, en cuanto a la resistencia y liquidación de la vieja clase feudal, en cuanto a la formación de los grandes Estados territoriales, en cuanto a la resistencia a la aparición amenazadora del proletariado revolucionario.
27 - Por consiguiente, es un problema fundamental para la teoría, la organización y la estrategia del partido revolucionario proletario comprender perfectamente todos estos aspectos, todas estas circunstancias y las innumerables combinaciones en los diferentes lugares y tiempos sucesivos.
28 - Sin embargo, coherentemente con su visión de la historia y del determinismo de las acciones colectivas, el partido proletario plantea en los mismos términos, durante todo el ciclo, la definición de las características de la sociedad capitalista, su condena y su superación.
29 - Entre las distinciones sociales y políticas de las fases sucesivas, es importante tener en cuenta también el arsenal ideológico de la clase burguesa, del que se sirve desde el inicio de su lucha revolucionaria y cuyo empleo refleja los sucesivos cambios que derivan del hecho de que la burguesía deviene clase autónoma, dominante y a su vez contrarrevolucionaria.
30 - La definición de las características del capitalismo es completa y definitiva desde los tiempos del «Manifiesto de los Comunistas» y desde los escritos que ya contienen exactamente la doctrina económica desarrollada en «El Capital». Sin descuidar la apreciación de toda diferencia contemporánea y futura del desarrollo histórico, el análisis económico marxista examina las leyes de la producción capitalista tal como surgen de las hipótesis mismas del adversario burgués: plena igualdad de todo ciudadano en el campo del derecho; plena e igual facultad para todos de acceder al intercambio en el mercado. Con dicho análisis, Marx demuestra de una vez para siempre e irrevocablemente que la entrada en vigencia de dicho sistema de ningún modo significa la apertura de una fase de equilibrio en la cual la humanidad podría instalarse confortablemente, sino que constituye el ascenso al poder de una clase dominante bien determinada contra la cual se suscitarán choques y crisis revolucionarias. El tipo de producción capitalista no ha presentado jamás ni jamás podrá presentar características imprevistas diferentes de las de la definición marxista inicial. Si tal hecho pudiese ser experimentalmente constatado, el marxismo en cuanto ciencia de la historia debería ser rechazado integralmente (2).
31 - Algunas economías precapitalistas han presentado concentraciones de masas de fuerzas productivas: hombres, equipos, herramientas, aprovisionamiento de víveres, grandes extensiones de tierra. En general, estas masas de fuerzas productivas eran propiedad privada y estaban limitadas a los hombres (esclavos) y a la tierra (Roma antigua), pero jamás concernían a la masa de las herramientas, incluso primitivas. Más a menudo, masas de fuerzas productivas dependían de los poderes estatales o militares: señores, jefes militares, reyes, repúblicas, a veces teocracias.
32 - El tipo de producción directamente precapitalista es el feudal. Luego de haber recordado que ningún tipo está presente solo en un cierto tiempo o espacio, definimos al tipo feudal como el de la división parcelaria de todas las fuerzas productivas y de la ausencia de su concentración en masa. En la agricultura, aparte de las tierras vírgenes, de las reservas de caza y otras similares, se encuentra la pequeña hacienda confiada a la familia servil. Cada siervo dispone de los productos del pequeño lote, pero debe una parte de éstos o una parte de su tiempo al señor feudal, a quien está subordinado por una verdadera división del trabajo: el siervo no puede alejarse; el señor, a su vez, defiende el territorio y las personas contra los enemigos rapaces. Es una dependencia personal. Existen también los campesinos parcelarios que disponen libremente de todo el producto y los artesanos dueños de su taller. El trabajador parcelario, que es la fuerza productiva humana básica, controla las parcelas de las otras fuerzas productivas: tierras, materias primas, utensilios, y controla del mismo modo su porción de productos que consume o intercambia integralmente.
33 - Hasta aquí, aunque el dinero ya puede constituir capital, bajo las dos formas comercial y usurario, se puede afirmar desde el punto de vista marxista que el dinero no es una de las fuerzas productivas, sino sólo un intermediario del intercambio. En el tipo feudal puro está prohibido comprar y vender tierras o masas de instrumentos de trabajo, así como está prohibido emplear asalariados.
34 - Recordamos estas cosas muy conocidas para poder definir las características del capitalismo: con dinero se puede comprar tierra en forma ilimitada; los particulares pueden comprar con dinero masas de instrumentos y de maquinarias a medida que se inventan y, de la misma manera, masas de materias primas o productos semielaborados. Finalmente, masas de fuerza de trabajo o de tiempo de trabajo pueden ser compradas con dinero. Para que esto sea posible es necesario que los trabajadores sean libres y, por tanto, que los señores feudales sean desposeídos de sus privilegios; que los pequeños campesinos sean desposeídos de tierras y de equipos; que los artesanos lo sean del taller, de los instrumentos de trabajo y de las materias primas. En estas condiciones, el dinero se convierte en una fuerza productiva porque puede asumir la forma no solo de capital comercial o bancario, sino la de capital inmobiliario o industrial, según se lo invierta en tierras, inmuebles, herramientas, maquinarias, etc.
35 - En el tipo feudal la posesión de las fuerzas productivas es sólo parcelaria, siendo el privilegio feudal un derecho personal y no un derecho real sobre el hombre físico (como en el caso de la esclavitud) o sobre las cosas y la tierra (como en el derecho romano). Era pues perfectamente aceptable la definición del capitalismo como un sistema de la propiedad privada de los medios de producción y de la tierra; más exactamente, el capitalismo es el sistema de la propiedad ilimitada en oposición a la propiedad parcelaría.
36 - Sin embargo, el hecho histórico esencial consiste en la contienda por la masa de productos. Una vez expropiados los trabajadores parcelarios de sus tierras, los productos, concentrados desde entonces en masas de mercancías, están a disposición de la clase burguesa que detenta el monopolio de la tierra y del capital (apropiación tanto de los medios de producción como de los productos por parte de la burguesía).
37 - La teoría de la economía burguesa sostiene que, una vez destruidas las barreras de los órdenes por nacimiento o por investidura, y pudiendo todos aspirar al principio a ser propietarios de tierras o de capital, se ha alcanzado un equilibrio pleno en la distribución potencial de la riqueza entre todos los que colaboran en la producción. Los fisiócratas, que defendían el feudalismo (aunque en su forma moderna), sostenían que la tierra era la fuente de la riqueza. Los mercantilistas sostenían que la fuente de ésta última era el intercambio de mercancías. Los economistas de la burguesía sostuvieron que el trabajo era la fuente de la riqueza, que las mercancías no incrementan ni disminuyen de valor en el intercambio, mientras que en la producción, industrial o agrícola, toda intervención del trabajo que transforma las mercancías les añade valor; además, ellos pretendían que un intercambio perfecto entre valores equivalentes y entre contratantes libres e iguales tiene lugar cuando el asalariado recibe dinero por su trabajo.
38 - La refutación de dicha teoría se encuentra en la teoría marxista del plus valor. Esta demuestra que al cambiar su producto en el mercado, el trabajador parcelario extraía de él todo el valor que le había agregado con su trabajo, mientras que, por el contrario, en el régimen capitalista el asalariado extrae de su trabajo sólo una parte del valor que su trabajo ha agregado al producto. También demuestra que ese fenómeno es inevitable a escala social desde que el trabajador parcelario ha sido privado violentamente de sus herramientas y, en esencia, de su derecho a disponer de una parte de sus productos. A esta expropiación inicial se le añade una serie indefinida y siempre violenta de expropiaciones a partir del momento en que el derecho prohibe al asalariado apoderarse de una parte de sus productos, por más pequeña que sea.
Del capitalismo al socialismo
39.- La primera forma en que se afirma la economía burguesa en la época del poder feudal es la del capitalismo de Estado. Bajo esta misma forma se nos presenta actualmente cuando se asoma la amenaza de la revolución proletaria.
Tal como lo hemos dicho en otras ocasiones, contrariamente a la versión corriente que desearía hacer creer en un sometimiento de los capitalistas al Estado, es el capitalismo quien somete cada vez más el Estado a sus intereses de clase. La burguesía posee en el Estado el órgano del poder a través del cual impone sus soluciones por la fuerza. Este Estado nutre con sus múltiples senos a las diversas empresas capitalistas mientras chupa el trabajo y la sangre de los pobres, lo que constituye un rasgo común a los Estados Unidos y a Rusia, mientras que el tenor de vida más bajo de los trabajadores de este último país nos da a entender que es aquí donde este proceso alcanza el grado de tensión más elevado. Pero esto se manifiesta también en los Estados Unidos, don de la figura central está representada por el empresario que liga la clase burguesa a su Estado. Los exponentes de la actual fase del capitalismo no son los rentistas, sino los hombres de negocios, estos vampiros que, tal como lo observó recientemente el ex presidente de los Estados Unidos, el viejo Hoover, amenazan con llevar el régimen al desastre a causa de su hambre insaciable. El funcionario no es más que un simple intermediario y no un factor, incluso en la fase actual del capitalismo.
40.- Debemos establecer en términos correctos nuestra definición del capitalismo. Para lograrlo mejor, hemos planteado su relación exacta con el sistema feudal. Debemos emplear también este método comparativo para la definición de la economía socialista que debe ser puesta en relación con el capitalismo y con su forma de capitalismo de Estado.
41.- Engels observa que en el régimen feudal puro el dinero no posee una función económica. No hay que interpretar esto en sentido estrecho: el dinero que existía y preexistía no era una fuerza de producción; se transforma en una fuerza de producción en el régimen capitalista.
42.- Todos los regímenes son de orden mundial, no porque contemporáneamente en todos los países todos los sectores económicos estén orgánicamente conformes al tipo de sociedad que prevalece históricamente; persisten muchas manchas de aceite (formas de producción precedentes), pero un único tejido conectivo capitalista las vincula hoy a través del intercambio mercantil, y este tejido revela el tipo de organización social que domina en el mundo habita do. Se trata, pues, de diferencias de fases en el espacio y en el tiempo, pero nunca de diversos tipos de capitalismo.
43.- Tal como ha sido dicho en los párrafos 19-38, el carácter del feudalismo está dado por la propiedad parcelaria, a la que corresponde también una gestión económica parcelaria y una disposición parcelaria de los productos.
Por el contrario, el carácter del capitalismo está dado por la concentración de la propiedad de los medios de producción, de la masa de los productos, de la gestión económica. El Estado capitalista asegura a la clase burguesa la disposición y el monopolio de los productos; esto es lo esencial y lo que determina la contienda social e histórica por el control de la masa de productos.
44.- Con un propósito puramente polémico, Marx retoma la tesis de los economistas burgueses según la cual en el capitalismo los capitalistas y los asalariados intervienen en posición igualmente libre sobre el mercado, y demuestra con su análisis económico del capital que este libre desarrollo no conduciría a un equilibrio social, sino a la concentración creciente de los medios de producción y de la masa de los productos en manos de la clase capitalista y, por otra parte, a la miseria creciente de los trabajadores. Pero, desde el primer momento, la contienda es de orden social y su dinámica tampoco opone categorías económicas (el capital constante y el capital variable). Los dos planos, el económico y el social, no coinciden. El proletariado no sabe cuál es el monto del capital variable que él reivindica, pero lucha por obtener una cantidad suficiente de productos, y, por tanto, un salario mayor por un esfuerzo menor. La lucha de clase unitaria es una lucha por todo el producto. El economista corriente define como capital el valor de los fondos de la fábrica, o sea, el valor de la instalación y la maquinaria, y del dinero con el cual se hace frente al anticipo para la compra de materias primas y salarios, fórmula que concuerda bien con la de la propiedad del «medio de producción». La economía marxista llama capital a todo el valor de la masa del producto de un ciclo dado de trabajo: un día, un año, o el de las generaciones (el «total de ingresos» para los contadores). Según la doctrina del plusvalor, ese valor del producto se clasifica en tres partes: capital constante, es decir, el valor de las materias primas trabajadas y la amortización (desgaste) de las maquinarias; capital variable, o sea, el valor de los salarios pagados; plusvalor, es decir, el margen que se agrega a los dos primeros de manera tal que la suma de los tres es el valor del producto en el mercado que va al empresario. Tal como lo dice Marx, destruyendo así las ilusiones lasalleanas de los socialistas alemanes, la lucha del proletariado no es la lucha por el «fruto integro del trabajo» personal. No se trata de conquistar sólo el campo del plusvalor. Por otra parte, en una economía colectivista no todo el plusvalor irá al consumo: se necesitan mil servicios sociales útiles y la nueva inversión para el progreso productivo. En efecto, sólo una parte del plusvalor va al consumo personal de los burgueses; la mayor parte va a nuevas inversiones, pero el desastre de la anarquía capitalista supera ampliamente la masa de los plusvalores y consiste en las masas de productos que son destruidos con todo el capital constante, variable y el plusvalor.
La verdadera lucha proletaria es por la conquista de todo el producto. El capital constante es fruto del trabajo de las generaciones pasadas: debe ser arrancado a la clase burguesa e ir a las manos del proletariado victorioso, es decir, tendencialmente a la sociedad sin clases. El capital variable es el trabajo de los elementos sociales activos, o sea, hoy el de la clase obrera y mañana el de la sociedad. El plusvalor surge de la energía actual de trabajo y de los recursos técnico-organizativos que son también «herencia» del pasado y que deben estar a disposición de la sociedad. La clase obrera en el poder primero, la sociedad sin clases mañana, usaran toda la masa del producto anterior y actual con fines generales. Se trata, pues, del antagonismo entre las clases y sus formaciones armadas y políticas, y no entre cifras que representarían el reparto de la riqueza entre las clases.
45.- Habiendo recordado ya los términos precisos del paso del pre-capitalismo al capitalismo, ahora debemos precisar las características distintivas entre la economía capitalista y el poscapitalismo. Desde hace por lo menos un siglo, el poscapitalismo no es para nosotros una incógnita, sino algo exactamente definido. De acuerdo con la regla general, podemos ver en funcionamiento en torno nuestro ejemplos de economía poscapitalista, así como existían grandes manufacturas varios siglos antes de la revolución burguesa.
Podemos citar aquí lo que ya hemos escrito en otro texto:
«Como ya ha sido dicho, existen incluso verdaderos tipos comunistas bajo el poder capitalista; por ejemplo, los servicios de bomberos. Cuando algo se quema, nadie paga por extinguirlo, y si nada se quema los bomberos son nutridos igualmente. Todo esto se dice para combatir la tesis -cualquiera haya sido su autor- según la cual los estadios sucesivos serian: capitalismo privado, capitalismo de Estado como primera forma de socialismo inferior, y socialismo superior o comunismo.
El capitalismo de Estado no es un semisocialismo, sino capitalismo a secas, más aún, según la teoría marxista de la concentración, es el resultado del capitalismo y la condena de la teoría liberal de un régimen permanente de producción en el cual el juego admirable de la competencia pondría siempre al alcance de todos una nueva feta de capital.
La propiedad del instrumento productivo no basta para distinguir entre capitalismo y socialismo (ver «Propiedad y Capital» (3)), sino que es necesario considerar el fenómeno económico en su conjunto, o sea, quién dispone del producto y quién lo consume.
Precapitalismo: economía de los productos individuales. El producto pertenece al trabajador independiente, cada uno consume lo que ha producido. Esto no quita que castas, órdenes y poderes privilegiados extraigan plusproducto, y, por tanto, plustrabajo en detrimento de las multitudes de trabajadores parcelarios (a veces agrupados en masa por medio de la violencia, pero sin la moderna división de los momentos productivos).
Capitalismo: trabajo asociado (trabajo social en Marx); di visión del trabajo; el producto está a disposición del capitalista y no del trabajador, el cual recibe dinero y compra sobre el mercado todo lo que necesita para mantener su fuerza de trabajo. Toda la masa de los productos pasa por la forma monetaria en el camino que va de la producción al consumo.
Socialismo inferior: el trabajador recibe de la organización económica y social unitaria una cantidad fija de productos que necesita para su vida y no puede tener más. La moneda desaparece; subsisten bonos de consumo no acumulables ni intercambiables de destino.¿El carnet de racionamiento?, Si, en el socialismo inferior habrá carnet de racionamiento para todos, sin empleo de dinero y sin mercado.
Socialismo superior o comunismo: en todos los sectores se tiende a abolir el racionamiento y cada uno extrae lo que necesita.¿Alguien asistirá a cien espectáculos cinematográficos seguidos? Puede hacerlo aún hoy.¿Telefoneará a los bomberos luego de haber incendiado la casa? Ya lo hace hoy, pero entonces no existírán los seguros. De todos modos, tanto entonces como hoy, el servicio de manicomio es asegurado de acuerdo a la economía comunista pura: es gratuito e ilimitado.
Recapitulemos:
- Precapitalismo: economía sin dinero o con empleo complementario del dinero; producción parcelaria.
- Capitalismo: economía con total empleo del dinero; producción social.
- Socialismo inferior: economía sin dinero y con carnet de racionamiento; producción social.
- Socialismo superior o comunismo: economía sin dinero ni carnet de racionamiento; producción social.
El capitalismo de Estado, que seria cretinismo llamarlo socialismo de Estado, está contenido integralmente en el sector capitalismo».
Naturaleza capitalista revolucionaria de la economía rusa
46.- Hemos vuelto a todas estas nociones básicas para explicar el desarrollo del actual proceso contrarrevolucionario del cual los sucesos sociales rusos son parte constitutiva. Estos no pueden ser examinados si no son integrados en el conjunto de este proceso, ya que si se los analizase separadamente conducirían a los in cautos a alterar la doctrina marxista, a admitir análisis nuevos y nuevas perspectivas por la intervención de una tercera clase, de un tercer factor, cayendo así en la trampa del truco stalinista que atribuye funciones permanentes al Estado - no considerado ya como el instrumento de la clase, sino como lo que engendra a la clase - y abandona la noción de su extinguirse progresivo.
47.- Nuestro método de trabajo nos conduce a insistir continuamente sobre puntos ya conocidos y a extender nuestra investigación a sectores cada vez más amplios y diversos incluidos en el perímetro fijado por estos puntos, pero jamás procediendo a innovaciones o invenciones.
48.- La competencia y el monopolio no son nociones antagónicas, si no complementarias incluso en el mercado y en el intercambio; la primera va hacia el segundo. La clase burguesa se afirma por medio del monopolio: del monopolio de los medios de producción y de los productos.
49.- Para reaccionar contra la condición social que les es impuesta por el capitalismo y que es favorecida por su dispersión, los trabajadores son llevados a instituir el monopolio de su fuerza de trabajo a través del sindicato. Por consiguiente, el capitalismo debe revelar su naturaleza, fundar los trusts y atribuir a su Estado funciones no solo policiales, sino también económicas. Las mutuales que recibían cuotas de los asalariados por objetivos asistenciales precedieron a los sindicatos, pero no reivindicaban aún aumentos de salario a los capitalistas. No hay nada más conservador que esto; y, sin embargo, el partido socialista penetraba provechosamente en las tradicionales asociaciones de socorro mutuo y aun en las congregaciones de caridad.
50.- La formulación según la cual la economía rusa «tiende al capitalismo», contenida en el proyecto de manifiesto, debe ser esclarecida. ¿Qué ha sucedido en Rusia? La regresión de los primeros caracteres poscapitalistas embrionarios de la economía; la inversión de la política interna e internacional. El segundo fenómeno no es un resultado ineluctable del primero.
51.- En 1921, cuando Rusia estaba encerrada en si misma a causa de la ausencia de victoria revolucionaria en los otros países, el nivel de las fuerzas productivas había descendido a un nivel inferior al mínimo. La transmisión de los productos del campo a la ciudad y viceversa, que en un primer momento había sido asegurada a través del comunismo de guerra, ya no podía funcionar por estar el Estado proletario desprovisto tanto de los productos de la ciudad como de los del campo. Fue imperiosa la legalización del comercio libre practicado hasta entonces en el mercado negro o por «especuladores».
52.- Lenin y el partido bolchevique instauran la NEP en un contexto económico donde existen las formas de producción nómade, patriarcal, feudal, burguesa y pequeños núcleos de economía socialista. Pero no se debe entender la palabra «socialista» en un sentido estricta y fríamente económico, sino en el doble sentio social y político siguiente: 1) por una parte, fueron introducidos mecanismos de intervención despótica en el derecho de propiedad (requisiciones, etc.) y de distribución igualitaria de los productos (racionamiento, etc.), mecanismos éstos que siempre caracterizan a toda «ciudadela sitiada» -tal como lo dijo Trotsky-, pero que sólo la clase de los desposeídos y su partido a la cabeza de la dictadura pueden aplicar con inflexible rigor y sin atenuaciones; y, por otra parte, fue instituida una red de «servicios sociales gratuitos», algunos de los cuales (vivienda, transporte) son evidentemente compatibles con el modo de producción capitalista, pero jamás han sido ni serán adoptados en el régimen burgués; 2) gracias a la estatización de la gran industria, al monopolio del comercio exterior y a la implantación y la gestión de las grandes empresas agrícolas de trabajo asociado, el poder dictatorial del proletariado controla y dirige la economía en función de las exigencias y de los intereses de la lucha contra el enemigo interno en la guerra civil y de la extensión de la revolución comunista mundial.
A la cuestión de saber si la NEP era capitalismo, Lenin respondía categóricamente: SI. Y no podía ser de otra manera ya que hay capitalismo desde el momento en que el salario está pagado en dinero y que con éste se adquieren los alimentos. Esto no altera la naturaleza del Estado que sigue siendo proletario, y puede seguir siéndolo ya que su naturaleza no depende de la estructura económica, sino de su posición de clase y de fuerza en el desarrollo de la lucha revolucionaria del proletariado internacional.
53.- Lenin, quien en el campo económico llegó a plantear la entra da del capital privado extranjero en Rusia con las concesiones de territorios enteros, preconizaba el fortalecimiento del poder estatal para hacer frente a las reacciones sociales causadas por las medidas de la NEP y ganar tiempo para recibir ayuda de las revoluciones obreras occidentales.
54.- El problema estaba planteado en esos términos. El trotskismo proclama la intervención de un tercer factor, el de la burocracia. Para nosotros la situación actual en Rusia no presenta nada de original ya que el capitalismo no se caracteriza por la existencia de propietarios privados, sino por la imposibilidad (debida a la fuerza del Estado) de la apropiación de los productos por parte de la clase obrera y por el pago de un salario en dinero. El proceso económico que nos ha conducido a la situación actual (en la cual el particular presta al Estado; el Estado es empresario; la deuda pública crece desmesuradamente; la posesión de la casa está admitida; la casa se da al profesional) no proviene de la maniobra social de la NEP, sino de la inversión que se verificó en el campo político y en la posición internacional del Estado ruso. La NEP dejó el Estado a la clase obrera quien ya lo detentaba en virtud de la Revolución de Octubre y de la dictadura bolchevique: de ningún modo las renuncias en el campo económico implicaban necesariamente los errores de táctica y estrategia revolucionaria, primero, ni más tarde la inversión de la posición del Estado.
55.- El socialismo no podía ser construido solamente en Rusia a pesar de que allí la revolución proletaria de Octubre se había agregado a la revolución burguesa de febrero de 1917. En Alemania, en 1848, también fue intentada, pero en vano, la doble revolución, burguesa y proletaria: la revolución burguesa venció en el campo económico y social, después que los burgueses y los obreros aliados fueron derrotados en el campo político. En Rusia, luego de la doble victoria política y social de 1917, tuvo lugar la derrota social proletaria que puede ser fechada en 1928, pero quedó la victoria social capitalista.
56.- No disponemos de material documental para un examen detallado de la economía rusa (4), pero tenemos suficientes indicaciones para emitir una apreciación segura. Siguiendo las indicaciones de nuestro trabajo Propiedad y Capital, vemos el factor esencial de la actual fase capitalista mundial en la empresa (de la cual la edilicia nos ofrece un buen ejemplo) que trabaja sin sede ni instalaciones propias y estables, con un capital mínimo pero con un beneficio máximo, lo que puede ser realizado porque se ha sometido el Estado, el cual distribuye el capital y se hace cargo de las pérdidas.
El funcionario no es una figura central, sino un simple mediador. Frente al cuerpo de funcionarios del Estado está el de las empresas donde pululan expertos de toda especie, quienes velan para que el Estado se someta a los intereses de las empresas. Un mecanismo análogo funciona en la URSS bajo formas exteriores y con nombres distintos. Cuando se piensa que las empresas de Moscú han podido regalar el Metro a la ciudad, nos damos cuenta de los altísimos beneficios realizados por estas empresas en las esferas restantes.
57.- Este capitalismo en Rusia no presenta en absoluto nada inédito. En cuanto a la gestión estatal, éste se liga a mil ejemplos históricos, desde aquél ya recordado de las comunas de Italia, donde, por otra parte, se afirmó la primera forma de inversión estatal para la producción industrial (los particulares no podían disponer del capital necesario para la construcción de las naves: las Comunas lo proveyeron) (5). Y, de este modo, Estados y reyes arma ron siempre las primeras flotas y fundaron las compañías imperiales, a partir de las cuales el capitalismo se desarrolló a pasos agigantados. Finalmente, tenemos el ejemplo de las recientes nacionalizaciones británicas.
58.- Decir que la economía rusa «tiende» al capitalismo tiene un doble sentido. Las primeras formas poscapitalistas que sucedieron a la revolución de Octubre han involucionado, han sido reabsorbidas. Una economía que, por las razones ya dichas, podíamos llamar en sentido figurado «proletaria», ha involucionado poco a poco y luego ha sido privada violentamente de los caracteres que, en el plano político, permitían definirla de esta forma, mediante la destrucción, incluso física, de la dirección revolucionaria del partido bolchevique, hasta dar lugar a formas plenas y puramente mercantiles. En esto reside el aspecto totalmente negativo del curso histórico ruso después de 1928.
Pero, mientras tanto, todo el vasto campo de la economía rusa precapitalista, asiática, feudal, tiende potentemente al capitalismo. Esta tendencia es positiva y es a su vez una premisa de la revolución socialista mundial. Lenin y Trotsky mismos vieron tal necesidad y fueron los pioneros de la electrificación, úinco medio para poner la producción al nivel de la de Occidente para mejor abatir al imperialismo. Stalin echó abajo el plan revolucionario internacional, pero dio un grandisimo impulso a la industrialización de las ciudades y del campo. Mas exactamente, éste era un factor irresistible en la situación social rusa luego de la caída de la podrida estructura zarista y boyarda. Lenin entrevió la posibilidad de que su partido fuese el portador de la revolución política proletaria en el mundo y, mientras tanto, también de la revolución social capitalista en Rusia: sólo a condición de conseguir estas dos victorias Rusia podía volverse económicamente socialista. Stalin dijo que su partido realizaba el socialismo económico solamente en Rusia; pero, en realidad, su Estado y su partido se limitaron a ser los portadores de la revolución social capitalista en Rusia y en Asia. Sin embargo, por encima de los hombres, estas fuerzas históricas trabajan para la revolución socialista mundial.
Una valoración análoga debe hacerse de la revolución china. Aquí también obreros y campesinos han luchado por una revolución burguesa a través de varias fases y no pueden ir más allá de eso. La alianza de las cuatro clases: obreros, campesinos, intelectuales e industriales, reproduce la alianza de 1789 en Francia y de 1848 en Alemania, alianza que está completamente en regla con el marxismo en doctrina y en táctica. Sin embargo, la destrucción de la milenaria estructura feudal oriental es un factor acelerador de la revolución proletaria mundial, a condición, por supuesto, de que esta última venza a las metrópolis europeas y americanas.
Es un cliché habitual del marxismo vulgar, insuficiente y falso científicamente, preguntarse quien es el beneficiario y el consumidor personal de la explotación capitalista, olvidando así innumerables citas de Marx sobre el alma impersonal del Capital y sobre la despersonalización del capitalista (para quien la acumulación de plusvalor cuenta más que el portafolios individual y la vida de sus mismos hijos). Seria igualmente insuficiente y científicamente falso considerar a los «cripto-empresarios» y a los los «cripto-hombres de negocios» como los beneficiarios del fruto del capitalismo ruso (como ya lo hemos dicho, no es el fruto lo que cuenta, sino toda la planta). Para nosotros, los beneficiarios no son - como no lo son en ninguna formación social - los funcionarios de la burocracia estatal (en Rusia el simple mecánico de una fábrica es burócrata, como lo es hoy en Inglaterra: todos «estatales»), sino una capa diferenciada que no puede individualizarse sólo en el marco estrecho del perímetro ruso.
Con tal propósito, debemos poner en evidencia que a pesar de cualquier cortina de hierro, ese engranaje o, mejor aún, esa red de canalización de la riqueza se comunica con la red del capital mundial. El mismo comercio exterior del Estado es una inmensa balanza que jamás pesa equivalentes, sino que roba continua mente a la clase obrera soviética. Existe también el enorme callejón sin salida de las maniobras financieras que se repercuten en los centros legales e ilegales del Asia y del Africa. Están los empréstitos americanos para la guerra contra el Eje que aún están siendo saldados (los americanos llegaron por fin a la conclusión de que el empréstito de millones de cadáveres de proletarios rusos para vencer a Alemania era un negocio mucho más económico que la producción de la cantidad correspondiente de bombas atómicas).
La coexistencia y la emulación de hoy, la evidente alianza de ayer, con el compromiso de desmantelar los partidos comunistas de Occidente y la participación sin reservas en los bloques de liberación antifascista constituyen, por una parte, la confirmación del trastocamiento político que llega hasta la contrarrevolución y, por otra parte, son aspectos del regateo económico y primas pagadas al capital mundial con el sudor y la vida misma del trabaja dor ruso. Por eso, la degeneración del partido, del poder y del Estado no se halla aún en curso, sino que es un hecho histórico consumado (la viuda de Trotsky lo ha constatado perfectamente). Hoy la función histórica es paralela en los planos económico y político: implantación del capitalismo en toda Rusia.
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59.- La derrota de Espartaco a los pies del Vesubio significó a la vez la derrota política y social de los esclavos, y el régimen social de la esclavitud permaneció en el poder. Pero las victorias de las sucesivas represiones de Dioclesiano contra los cristianos, verdaderos conspiradores políticos y de clase, no comporta la consolidación del régimen esclavista: bajo el aspecto del triunfo de la nueva religión se produce la caída de este régimen social que es seguida del advenimiento del feudalismo medieval.
60.- Cuando se nos pregunta por qué Engels, luego de la derrota de 1848, se dedicó a escribir Las guerras campesinas en Alemania y estudió su derrota de 1525, respondemos que es preciso comprender la contrarrevolución para preparar la revolución de mañana. Lo mismo tenemos que hacer hoy, no aislando un sector o un problema, sino encuadrándolo en el contexto del conjunto.
Asimismo, en el siglo pasado, al construir su victoria definitiva, la burguesía pudo celebrar sus múltiples y recordadas derrotas precedentes. Esto mismo es válido para el proletariado, el cual - como dice Marx en Las luchas de clases en francia - no es «habilitado» para su triunfo en el mundo por la victoria, sino por una serie de derrotas. Gracias a su partido de clase, éste vencerá presentándose de nuevo tal como él era en el inicio de su lucha y en las fórmulas programáticas lapidarias contenidas en el Manifiesto del Partido Comunista, fórmulas éstas que aún no han sido superadas porque son insuperables.
Sólo se puede profesar y defender la doctrina marxista - que define la historia como una sucesión de clases sociales, cada una de las cuales está constituida por un conjunto de hombres que están en una posición paralela en relación a las fuerzas y a los sistemas de producción - en la medida en que se puede probar que toda clase social tuvo una tarea y un programa invariantes durante todo el curso histórico, desde sus primeras afirmaciones y batallas. Así, las reivindicaciones lanzadas por Cristo a las turbas esclavas están ligadas a la caída del Imperio Romano y de la sociedad clásica; así, las primeras reivindicaciones de libertad cívica y campesina se ligan a la toma de la Bastilla y a la revolución burguesa en el mundo entero, y la bandera agitada a sido siempre la misma. Con más razón, el proletariado moderno, el primero en liberarse de las formulaciones fideístas o idealistas de sus aspiraciones propias, constituye una verdadera fuerza histórica en el sentido marxista y no podrá faltar a la victoria pues está ya probado y comprobado que, apenas surgido de la nueva organización de las fuerzas productivas, se ha configurado su objetivo histórico y el camino difícil y escarpado que lo conduce a él. Por consiguiente, hay que luchar sin descanso contra las manías de los neomarxistas y de los «nuevos análisis».
61.- El hecho de que hayamos sido derrotados, y que por esto estenos en un período contrarrevolucionario, explica por qué somos pocos y también por qué se manifiestan confusiones en nuestras filas. Esto no nos lleva sin embargo a falsear la teoría del marxismo revolucionario por medio de la admisión de la llegada de un tercer protagonista, de una nueva clase sobre la escena histórica. No necesitamos descubrir nuevos tipos, nuevos estadios, ni inventar poderes nuevos al capitalismo de Estado que, como ya hemos dicho, no presenta nada de original y fue, incluso, la primera forma a través de la cual se afirmó por primera vez la clase capitalista en la época de las comunas, en el 1100.
62.- Para completar la exposición que desarrollamos, y para reafirmar la oportuna alarma de la Izquierda sobre la degeneración de la política proletaria, anexamos más abajo un esquema para representar las relaciones que interconectan la clase obrera, las asociaciones económicas, el partido político de clase y los órganos centrales del partido. Las explicaciones que agregamos muestran que los dos planteamientos que concuerdan en la fórmula del partido de masas, el laborista y el stalinista, tienen la misma raíz ya que sustituyen las determinaciones económicas por la voluntad de los individuos, y llevan en definitiva al mismo resulta do: imponer a éstos las decisiones de la cúpula del partido.
63.- Otro punto dio lugar a dudas y vacilaciones: cuál es nuestra perspectiva? Como siempre, no tenemos más que una: la Revolución proletaria internacional, cuando estén dadas sus condiciones, condiciones que hoy están casi todas lejanas (ver el informe de la Reunión de Roma del I.IV.1951 en el opúsculo «Partido y clase» ya citado). En lo que concierne a la perspectiva actual, son tres las hipótesis que parecen presentarse: 1) la absorción pacífica de Rusia por parte de los EE.UU., 2) la victoria de la URSS o 3) la de EE.UU. en caso de estallido de la guerra entre ambas.
64.- Ya en la primera guerra imperialista, la victoria del sector capitalista más fuerte (el de Inglaterra, quien no conoce derrotas desde hace 200 años ni ha conocido jamas una invasión) debía determinar las condiciones menos favorables a la irrupción del ataque revolucionario del proletariado internacional. Un curso seguramente menos desfavorable hubiera podido originarse de la derrota militar de dicho sector. Lo mismo debe ser dicho de la segunda guerra imperialista que concluyó con la victoria del eje Londres-Nueva York, con un aplastante predominio del segundo término del binomio sobre el primero. Y para la tercera? No dudamos en afirmar que la victoria de los Estados Unidos representaría la más siniestra de las eventualidades. Es cierto que estamos desprovistos de fuerzas de clase para intervenir en estos sucesos formidables, y también es cierto que debemos mantener nuestra autonomía respecto a uno y otro poder igualmente contrarrevolucionarios, y combatir a fondo estas dos «cruzadas». Pero también es cierto que no podemos apartarnos de la única evaluación compatible con la doctrina marxista; a saber, la caída del centro del capitalismo comporta la caída de todo el sistema, mientras que la caída del sector más débil puede mantener en vida al sistema burgués mundial, dado el moderno método de aniquilamiento militar y estatal del vencido, y de su reducción a colonia pasiva. Y es precisamente con esta línea política que se puede impedir que el capitalismo absorba las reacciones que se manifiestan contra la política del stalinismo en el seno del proletariado, y que estas energías podrán ser encuadradas en el nuevo organismo que se fundará sobre los principios del marxismo revolucionario, volviendo a ser fuerza activa de la historia.
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Esquema del centralismo marxista
Organos centrales del partido
Partido político de clase
Asociaciones económicas
Clase social
1.- Los individuos que componen la clase son impulsados a actuar en direcciones discordantes. Algunos de ellos, si fuesen consulta dos o libres de decidir, lo harían en el sentido de los intereses de la clase enemiga, la dominante.
2.- Aquellos que están organizados en los sindicatos tienden a actuar en dirección opuesta al interés patronal, pero en sentido inmediato y sin capacidad para converger en una acción única y hacia un objetivo único.
3.- Los militantes del partido político, formados en el trabajo en el seno de la clase y de las asociaciones, están preparados para actuar en el sentido de la resultante revolucionaria única.
4.- Los órganos directivos del partido, que emanan de la base, actúan en la dirección revolucionaria, en la continuidad de la teoría, de la organización y de los métodos tácticos.
La posición de la Izquierda consiste en la lucha simultánea contra las dos desviaciones siguientes:
a) La base es suficiente para decidir la acción del centro si es consultada democráticamente (obrerismo, laborismo, socialdemocratismo)
b) El centro supremo (comité político o jefe del partido) es suficiente para decidir la acción del partido y de la masa (stalinismo, práctica del Comintern) con derecho a descubrir «nuevas formas» y «cursos nuevos».
Ambas desviaciones conducen al mismo resultado: la base ya no es la clase proletaria, sino el pueblo o la nación, quienes se orientan siempre en la dirección de los intereses de la clase dominante burguesa, tal como lo han afirmado justamente Marx, Engels y Lenin.
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Llamamiento para la reorganización internacional del movimiento revolucionario marxista
Sinopsis
Premisa: Larga y grave crisis contemporánea del movimiento proletario. Primeros síntomas de reacción contra el stalinismo.
Invitación: Reorganización internacional de las genuinas, autónomas y homogéneas fuerzas revolucionarias.
Puntos de orientación:
1.- Rechazo de toda confusión con posiciones antiterroristas y antidictatoriales.
2.- Ruptura tanto con las tradiciones del socialpatriotismo de 1914-1918 como con las de las alianzas stalinistas con los estados capitalistas en la guerra de 1939-45,y con la política de los movimientos paralelos y de los bloques de la Resistencia.
3.- Condena del pacifismo como perspectiva y como método de agitación, y de todo federalismo mundial entre los Estados burgueses.
4.- Condena de la estrategia doble que pretende conciliar los fines revolucionarios y clasistas con agitaciones y reivindicaciones de frentes únicos, democráticos y populares.
5.- Declaración de que en Rusia la economía social tiende al capitalismo y que el poder estatal ya no tiene nada de proletario, y condena del apoyo al Estado ruso en caso de guerra.
6.- Desplazamiento de la fuerza de clase en todos los países al terreno de la autonomía frente a todos los Estados, con el objetivo supremo de quebrar el poder capitalista en los países industriales más desarrollados de Occidente, que obstruye el camino de la revolución.
Notes:
Véase la traducción francesa en «Programme Communiste» n° 3, abril de 1953 y la sinopsis del mismo que podrá encontrarse al final del presente texto. [back]
1. Véase el texto «La «invariancia» histórica del marxismo» en el n° 33 de esta revista. [back]
2. Véase el n° 22 de esta revista, diciembre de 1976. [back]
3. Este tema fue desarrollado luego con amplia documentación estadística y también con fundamentales argumentaciones teóricas, históricas y políticas en los textos: «Struttura economica e sociale della Rusia d'oggi», «Russia e rivoluzione nella teoria marxista», «Dialogato con Stalin», «Dialagato coi morti», «Bilan d'une révolution». Debemos observar también que, en el presente texto, falta un análisis de las relaciones de producción y sociales en la agricultura, donde la naturaleza no socialista (y localmente hasta precapitalista) de la economía salta a la vista aún más; donde hasta la forma estatal de los sovjoz cede cada vez más el paso a la forma cooperativa de los kolkjoz, y en ésta asume un peso creciente y determinante la producción en las parcelas de propiedad privada, personal y familiar. En los textos mencionados esto ha sido desarrollado ampliamente. [back]
4. Esta cuestión fue desarrollada en el «Hilo del tiempo» «Armamento e inversión», «Battaglia Comunista» n° 17 de 1951. [back]
SOURCE: «EL PROGRAMA COMUNISTA», N° 36 37, ENERO-ABRIL DE 1981
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